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Iª edición Premios Ratones de Biblioteca: obras presentadas

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Mensaje  Eledhwen Vie Mar 28, 2008 3:06 am

K. Conway, con su obra " Blanco":

Al entrar en la habitación se encontró rodeada de basura. Unas finas rendijas de luz se filtraban a través de las persianas. Junto a la entrada, un armario empotrado se alzaba hasta el techo; varias bolsas grandes de basura ocultaban en parte el espejo de su puerta. Las apartó de un puntapié, haciendo saltar viejas cuchillas de afeitar oxidadas, envoltorios de chocolatinas y cajas vacías de cereales.
El hedor era insoportable, pero se tapó nariz y boca con el pañuelo rojo que llevaba al cuello, y abrió la puerta del armario. Una columna de papeles amarillentos se desplomó sobre ella, haciéndole perder el equilibro, pero asió la puerta de madera a tiempo de evitar caer al suelo, que permanecía cubierto de una opaca capa de mugre.
No tenía muy claro que extraño impulso era el qué le había llevado hasta allí. En realidad, aunque uno quiera engañarse pensando lo contrario, los únicos caminos que existen normalmente son extraños, y siempre inciertos.
Lo único que quedaba de él era aquella habitación llena de basura.
Nunca entendió que le dejase la llave de esa habitación abandonada. Debió haberle preguntado al despedirse. Pero ya era tarde para eso, demasiado tarde. O tal vez no.

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Mensaje  Du Lun Mar 31, 2008 3:59 pm

Jason Defman
28 de agosto 2005


TAMBOR



"Cuando entré en la habitación me sorprendió lo amplia y espaciosa que era. En un rincón estaba sentada mi tía Pepita, eternamente vestida de negro, guardando el recuerdo de mi tío Luís que había fallecido hacia quince años; la persiana de la ventana estaba bajada y solo se filtraba la luz de aquel día brillante que me había recibido a mi llegada en el aeropuerto, por las rendijas superiores.

Avancé, mientras ella se levantaba sin mostrar ningún cambio en aquel rostro lleno de arrugas, que siempre me atemorizó.

-Sigue estable-me dijo, señalando con la mirada hacia la cama- aunque los médicos dicen que está en el final.

Me acerqué al lecho, donde yacía mi padre.

Mi tía seguía hablando, diciéndome que le habían retirado el suero y el oxigeno hacia pocas horas. Ya no había remedio, su final se acercaba.

Su rostro descansaba sobre la almohada y junto a el su mano, bajo las sabanas se adivinaba tímidamente el contorno de su cuerpo.

Lo primero que pensé fue: no es mi padre.

Mi padre era un hombre alto y fuerte, siempre lleno de vitalidad y sonriente que me esperaba en el aeropuerto cuando yo volvía de mis continuos viajes desde países lejanos, no aquella persona de la cama que apenas era piel y huesos.

Su respiración era regular pero ruidosa y cada inspiración parecía ser la última.

-Saldré ha tomarme un café, Cristina.

Oír mi nombre me sobresaltó, me volví pero solo llegué a ver momentáneamente, la espalda de mi tía que salía de la habitación. Nada mas, ni un “como estas” o “necesitas algo”, ella nunca me perdonó que eligiera mi destino, no me casara y ampliara la familia como se esperaba de mí

Cuando cerró la puerta el gris de la habitación me devoró y un frío intenso me invadió, temblé, sintiéndome tan sola…

Con toda la rapidez que la tecnología moderna me permitió había viajado desde África, pero había llegado tarde. Su enfermedad, escondida desde hacia años, avanzó silenciosa hasta llevarlo aquel estado mientras yo viajaba por el mundo intentando salvar otras vidas.

Acerqué una silla a la cabecera y me senté junto a él.

-¿Por que Papá? ¿Por qué no me lo dijiste?-susurré.

Solo su respiración me contestó.

Cogi su mano. Me sorprendió su calidez.

Entonces abrió los ojos y el verde de sus pupilas iluminó su rostro.

-Papá.

No respondió, todas sus fuerzas se concentraban en aquella respiración lenta y cadenciosa. Los mantuvo abiertos durante unos minutos y justo en el momento en que los cerró noté una pequeña presión en mi mano.

Por primera vez desde que recibí la noticia, lloré. Lloré en silencio, dejando que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas hasta perderse en el aire.

Aquella leve presión desapareció y volví ha quedarme sola en la enorme habitación, mientras mi corazón se acompasaba al ritmo de su respiración.

Bom…Bom…Bom.

Entonces desde lo más profundo de mi cerebro se abrió paso un recuerdo.

Un recuerdo que había permanecido oculto entre un millón, desde hacia muchísimos años.

Tendría yo seis o siete años y por aquel entonces ya empezaba ha preocuparme por el medio ambiente y le pregunté:

-Papá, ¿desde cuando cortas árboles?

Él estaba cocinando y se volvió hacia mí.

-Hace muchos años, Crís- siempre me llamó así- ¿sabes que es el Sahara?

-Si, un desierto.

-Bien pues antes era un bosque, yo lo corté.

Aquel simple chiste, me hizo llorar. Mi padre era un héroe para mí y creer que había podido cometer tal atrocidad me aterrorizó.

Intenté salir corriendo, pero él me cogió en sus brazos y limpiándome las lagrimas con el dorso de su mano, sonrió explicándome el viejo chiste de madereros.

Después de comer me llevó al monte para enseñarme como lo repoblaban. Allí sentados cogidos de la mano, permanecimos varias horas hasta que de repente otra pregunta me asaltó.

-¿Papá, los árboles tienen alma?

-¿Que dices pequeña? No, solo los humanos tenemos alma.

-¿Por qué?

-Porque tenemos corazón. Te explicaré una historia:

Cuando Dios creó al hombre, se sintió feliz. Tan feliz que quiso dotarlo de un alma para que cuando muriera se elevara hasta el cielo, a su lado. Pero cuando intentó introducir el alma en el cuerpo del ser humano esta se negó, quería ser libre y seguir en los cielos. Entonces Dios dotó al hombre de la facultad de crear música y el corazón del hombre fue el primer tambor, creando una música secreta que atrajo al alma hasta quedar anclada aquel ritmo. Y así permaneció en el cuerpo del hombre, bailando junto a su corazón hasta que este se detiene. Si quieres mucho ha una persona y escuchas su corazón muy cerca, quizás consigas descubrir esa melodía secreta y entonces estarás unida a ella para siempre.

-¿Tú descubriste el ritmo de mamá?- le pregunté, mi madre había muerto cuando yo nací.

-Sí Crís, por eso ella siempre esta con nosotros.

Aquella noche me quedé dormida sobre él, escuchando su corazón.



Sonreí, notando el salado sabor de mis lágrimas. Entonces mi padre volvió abrir los ojos, sonrió y su respiración se detuvo y mi corazón también.

Fue un momento, apenas unas décimas de segundo pero sentí su corazón, mientras aquellos ojos verdes seguían fijos en mí.

A través de su mano se deslizó el ritmo de su corazón hasta llegar al mío y empezaron a latir al unísono. Y lo descubrí. Descubrí el ritmo del corazón de mi padrea mano de mi padre muerto.

io y empezaron ha latir al unisono. nclada lo bueno que hu y nuestras almas bailaron por un momento juntas. Entonces supe que siempre estaría conmigo y en ese momento se cerraron sus ojos.

Cuando llegó mi tía, me encontró cogida a la mano de mi padre muerto.

Y nunca entendió porque yo sonreía."


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Mensaje  Du Lun Mar 31, 2008 4:03 pm

Autor: Leisel
Título: Sin título

Neixo. No viuré més d’un segon...

Obro els ulls al món, si es que se’n pot dir així a ser conscient de mi mateix per primer cop, i si se’n pot dir món d’això que m’envolta.
Jo no tinc ulls, ni mans, ni peus, ni boca, ni cap altre part del cos; jo no tinc forma, ni color. Els humans em diuen Record ( però no sé com puc recordar aquest nom...).
La meva primera “ visió” és tota fosca, però no em sento sol, si no acompanyat de tot un seguit de records com jo, d’ànimes potser perdudes esperant a ser rescatades d’allà on nosaltres vivim. És curiós això del viure, no crec que la nostra existència es pugui definir així.... nosaltres només podem ser invocats per algú que s’erigeix en el nostre “ amo”, qui tot seguit ens oblida i ens condemna a morir. Quan ens tornen a cridar ja no som mai els mateixos; els humans tenen tanta facilitat per deformar-nos! Això em fa pensar que potser jo no sóc el primer, potser n’hi ha hagut altres que eren com jo, però com saber quin era el veritable Record? Quin és el de veritat?
De mica en mica es va fent la llum, i sense saber com reconec el meu entorn. Sóc a la Infància, una de molt llunyana en el temps ( de manera que el meu amo ja deu ser força gran...). Ara em sento més acompanyat, la Infància n’és plena d’altres com jo, però alhora tots som diferents. Què seran ells? La primera caiguda de la bicicleta, el primer caramel, l’últim Nadal innocent... Què seré jo?
Ara la llum es transforma en colors, i en formes. Són colors vius: blau, vermell, groc, taronja, verd... Són formes diverses; distingeixo globos, serpentines, una taula plena de regals, un pastís, i els pares... Els pares? Si jo no en puc tenir de pares! Els records tendim a apropiar-nos d’allò que som, d’allò que mostrem... la nostra essència és també la nostra raó de ser, som nosaltres. Qui és l’amo de qui? Aquell qui em porta al món és amo meu, o en sóc jo d’ell, que li mostro allò que sóc però, alhora, allò que vull ser, i m’apropio de la seva vivència, que n’és també la meva? Són els seus pares, sí, però ara també en són els meus...
També hi veig nens, molts nens, tots somrients, riallers, cridaners... Però, què dic? Puc escoltar-los? Sí, els sento! Sento les rialles, els crits, les paraules de la mare ( què em diu? “ Felicitats!”). Segueixo escoltant i mirant allò que m’envolta, allò que també forma part de mi, veig cartells, i dibuixos, i els regals... és el meu aniversari! Damunt del pastís hi ha un número 6.
Sense saber com un altre com jo se’m apropa, noto la seva presència però no el puc distingir. S’ha marxat, però el seu missatge ha arrelat en mi. Ell era el Record de la mort dels pares, em diu que aquest va ser el nostre últim aniversari plegats.
La boira que aquest Record ha estès davant meu comença a marxar, i ara me’n adono d’una cosa més; de l’olor del xocolata. Del olor dels dolços, Del perfum de la mare. De la crema d’afaitar del pare. De l’olor especial de l’àvia... Ara em sento més viu que mai, gairebé estic complert del tot.
Començo a sentir una nova presència, però aquesta és diferent a la que nosaltres emetem... és més poderosa. És quelcom que veritablement m’envolta i, alhora, sembla formar part de mi. Són emocions i, evidentment no són meves, jo no estic fer per sentir. Són d’aquell qui m’ha cridat, sembla que plora per dins. Sembla que riu per fora. Enyora als pares, enyora la infantesa, enyora aquells amics, però se sent feliç de recordar-los a tots, em dóna les gràcies per existir.
Mica en mica intento allunyar-me d’aquesta sensació que m’atrapa, no em deixo enterrar en el seu subconscient, que m’atreu i m’enganxa com en una teranyina... Si ho faig moriré, mai podré tornar a sortir-ne’n. Crido, crido amb totes les meves forces tot i que no puc parlar, però segueixo cridant, i em faig sentir. Sí, torno a sortir a la superfície on he emergit fa unes mil•lèsimes de segon; encara no estic complert.
Però, ei!, què és això? És alguna cosa dolça, un pèl amarga, tova...sembla xocolata. És xocolata! És el meu pastís, és la meva boca. I són els dolços que em dóna la mare. I són els entrepans de fa una estona...
El temps se m’acaba, així que intento portar a terme tota la transformació. M’hi esforço. M’hi esforço molt, i al final ho aconsegueixo. Ara puc tocar... “ Mare, pare, doneu-me la mà” Els hi agafo, els hi acaricio... i m’acaricio també a mi. Ara tinc mans per fer-ho, i tinc mans per tocar, però alhora puc tocar-ho tot, perquè també sóc els globus que pengen d’un fil, i també sóc els nens que juguen amb una pilota, i la nena que s’estira de les trenes, i l’avi que fuma en un racó, i la taula ferma sobre terra i plena de regals... Sóc tot, i alhora no sóc res. Com més em disperso, menys hi ha de mi en cada un dels elements que conformen el meu ésser. Me’n vaig.

Moro. He viscut un segon.
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Mensaje  Du Lun Mar 31, 2008 4:13 pm

La traducción de la obra anterior, del autor: Leisel, al castellano.

Antes de eso me ha pedido que os explique lo siguiente:El autor escribe en catalán, y ha tratado de ser lo más precioso posible en la traducción, pero por mucho que él quiera no es lo mismo: ha tenido que variar la puntuación, las palabras no pueden ser literales... de modo que según el autor la calidad no es la misma en un idioma que en otro. Por todo esto pide que la gente que entienda catalán, por favor, lo lea primero en este idioma. Gracias.

Ahora sí:

Nazco. No viviré más de un segundo...

Abro los ojos al mundo, si es que se le puede decir así al ser consciente de mí mismo por primera vez, y si se puede llamar mundo a esto que me rodea.
Yo no tengo ojos, ni manos, ni pies, ni boca, ni cualquier otra parte del cuerpo; yo no tengo forma, ni color. Los humanos me llaman Recuerdo (pero no sé como puedo recordar este nombre).
Mi primera “visión” es totalmente oscura, pero no me siento solo, sino acompañado de muchos otros como yo, de almas tal vez perdidas esperando a ser rescatadas de allá de donde venimos. Es curioso esto de vivir, no creo que nuestra existencia se pueda definir así... nosotros sólo podemos ser evocados por alguien que se erige en nuestro “dueño”, el cual en seguida nos olvida y nos condena a morir. Cuando nos vuelven a llamar ya no somos nunca los mismos; ¡los humanos tienen tanta facilidad en deformarnos! Esto hace que piense que, tal vez, no soy el primero, quizás ha habido otros antes que eran como yo pero, así, ¿cómo saber cuál es el Recuerdo verdadero? ¿Quién es el de verdad?
Poco a poco se va haciendo la luz y, sin saber cómo, reconozco mi entorno. Estoy en la Infancia, una de muy lejana en el tiempo (de forma que mi dueño debe ser ya bastante mayor...). Ahora me siento más acompañado, la Infancia está llena de otros que son como yo pero, a la vez, somos todos distintos. ¿Qué serán ellos? La primera caída en bicicleta, el primer caramelo, la última inocente Navidad... ¿qué seré yo?
Ahora la luz se transforma en colores, en formas. Son vivos colores: azul, rojo, amarillo, naranja, verde… son también formas diversas; distingo globos, serpentinas, una mesa llena de regalos, un pastel y mis padres... ¿ mis padres? ¡Si yo no puedo tener padres! Los recuerdos tendemos a adueñarnos de aquello que somos, de aquello que mostramos... nuestra esencia es también nuestra razón de ser, somos nosotros. ¿Quién es entonces el dueño de quién? ¿Aquél que me trae al mundo es mi dueño, o lo soy yo de él, que le muestro aquello que me toca pero, a la vez, aquello que quiero ser, que me apropio de su vivencia, que es también la mía? Son sus padres, sí, pero ahora también son los míos...
También veo niños, muchos niños, todos sonrientes, alegres, eufóricos... Pero, ¿qué es lo que digo? ¿Puedo escucharlos? ¡Sí, los oigo! Oigo las risas, los gritos, las palabras de mamá (¿qué me dice? “Felicidades”). Sigo escuchando y mirando todo lo que me rodea, todo lo que también forma parte de mí; veo carteles, y dibujos, y los regalos... ¡ es mi cumpleaños! Encima del pastel hay un gran número 6.
Sin saber cómo otro como yo se me acerca, noto su presencia pero no lo puedo distinguir. Se ha ido, pero su mensaje ha dejado huella en mí. Él era el Recuerdo de la muerte de mis padres, me dice que éste será nuestro último cumpleaños juntos.
La neblina que este Recuerdo ha extendido delante de mí empieza a diluirse y ahora me doy cuenta de algo más: del olor del chocolate. Del olor de los caramelos. Del perfume de mamá. De la crema de afeitar de papá. Del especial olor de la abuela... Ahora me siento más vivo que nunca, casi estoy completo del todo.
Empiezo a sentir una nueva presencia, pero ésta es diferente a la que nosotros emanamos... es más poderosa. Es algo que, verdaderamente, me envuelve y, a su vez, parece formar parte de mí. Son emociones y, evidentemente, no son mías, yo no estoy hecho para sentir. Son de aquél que me ha traído, parece que llora en su interior, parece que ríe por fuera. Echa de menos a sus padres, echa de menos la niñez, a los amigos, pero se siente feliz de recordarlos, me da las gracias por existir.
Poco a poco intento alejarme de esta sensación que me atrapa, no me dejo enterrar en el subconsciente, que me atrapa y me enreda como una telaraña... si lo hago moriré, jamás podré volver a salir. Grito, grito con todas mis fuerzas a pesar de no poder hablar, pero sigo gritando, y me hago escuchar. Sí, vuelvo a la superficie a la que he emergido hace sólo unas milésimas de segundo; todavía no estoy completo.
Pero, ¡eh!, ¿qué es esto? Es algo dulce, un poco amarga, blanda... parece chocolate. ¡Es chocolate! Es mi pastel, es mi boca. Y son los dulces que me da mamá, y son los bocadillos de hace un rato...
Mi tiempo se termina, así que intento llevar a cabo toda la transformación. Me esfuerzo en ello, me esfuerzo mucho y, al final, lo consigo. Ahora puedo tocar... “ Mamá, papá, dadme la mano” Se las tomo y las acaricio... y me acaricio también a mí. Ahora tengo manos para hacerlo, y tengo manos para sentir, pero a su vez puedo tocarlo todo, porque también soy los globos que cuelgan del techo, y también soy los niños que juegan a pelota, y la niña que se estira las trenzas, y el abuelo que fuma en un rincón, y la firme mesa sobre el suelo llena de regalos... Lo soy todo y, a la vez, no soy nada. Cuánto más me disperso, menos hay de mí en cada uno de los elementos que conforman mi ser. Me voy.

Muero. He vivido un segundo.
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Mensaje  Du Lun Mar 31, 2008 4:18 pm

Autor: Shazel
Título: Lágrimas de los Dioses

En la nueva era, la Humanidad quedará anegada bajo las lágrimas de los dioses.
— Profeta anónimo —

An extract from William Del Villar’s e-diary, 19 January, year 34 n.a. (b.k.y. 2123)
If you find it and i´m death, please send this message to NewSpain Naomi Lagourade 395440.

Hola, Naomi. Espero que todavía sigas entendiendo el Español antiguo, pero tengo demasiada prisa como para andar traduciendo en este momento. Ya sabes que desde la división en las dos Españas, la Vieja ha quedado de nuevo retrasada socialmente respecto a Eurasia (¡La gente sólo habla español antiguo, español nuevo, inglés y gallego!). Sólo quiero que sepas que viajé a Nueva España a buscarte, pero a mí nunca se me ha dado bien hablar el francés, y temía expresarme en inglés por miedo a que me tomasen por un espía del bando Americosajón. Ojalá nunca hubiese llegado la nueva era, y mucho menos las reglas de religión. Pero claro, ya sabes lo que pienso yo de la humanidad. Vemos que una docena de meteoritos se avecinan entre nosotros y lo único que se nos ocurre es pelearnos por qué país será el que domine la Tierra cuando todos muramos. Estoy empezando a pensar que tal vez sea cierto que las Lágrimas de los Dioses sí que han sido enviadas por estos, para aniquilar a semejante raza tan patética. Estoy empezando a divagar. La pluma táctil me tiembla en la mano al escribirte a toda velocidad. Pero tendrías que ver como están las cosas por aquí. Claro que tú ni siquiera sabes dónde estoy. Se me ocurrió que las ciudades flotantes serían el lugar perfecto para huir de las Lágrimas. Al fin y al cabo, estas podrían desplazarse hasta la otra cara de la Tierra en el momento en que los meteoritos colisionen con el otro lado del planeta (ojalá cayesen justo encima de la sede Eurasiática y se muriesen todos los peces gordos). Pero claro, esta idea también se le ha ocurrido a otros millones de personas en el mundo. Logré colarme en una de las ciudades barco cuando pasaron por el puerto de la nueva Lisboa Española. Por supuesto, el precio era prohibitivo y a los políticos y altos cargos de la Iglesia de la Nueva Era les dejaron entrar gratis. Yo, junto a varios cientos más de personas, crucé saltando la verja perimetral, aunque más de tres cuartos de los nuestros sucumbieron bajo los disparos del ejército de las Ciudades Libres. En cualquier caso, aquí sigo vivo, pero ahora me arrepiento de haber entrado. El ejército está aniquilando a todos los ilegales, pues la ciudad barco amenaza con hundirse bajo el peso de la superpoblación. Todo el mundo busca sobrevivir y el caos amenaza en cada esquina. Gente robando comida, atacando a los altos cargos, atentados y muchas muertes. Los ilegales abatidos son lanzados directamente al mar sin más miramiento (está claro que a pesar de tantas guerras de religión los entierros y el paraíso no están hechos para los pobres). Llevo un mes sobreviviendo como puedo, pero en cualquier momento puedo morir. No puedo enviarte ahora este mensaje por temor a ser encontrado, pero cuando dentro de unos 40 días caigan las Lágrimas, si sobrevivo, tendré la ocasión perfecta para huir e ir a buscarte. Te amo, espero que a pesar de la distancia que siempre nos ha separado sigas sabiéndolo. Si recibes este mensaje, viaja a Vieja España, al pueblo de los Cameros donde nos conocimos y allíSISTEM FAILURE.

EXTRACTED FROM 12 BOATCITY HOSPITAL DATABASE.
Arrived: 01/19/34 after President Hellen Fowles Tower terrorist attack.
Name: William (Unkown surname)
Pertenences: Clothes. Broken E-diary.
Other: Illegal, executed and evacuated.
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Mensaje  Du Miér Abr 02, 2008 4:08 pm

Autor: Kurt
Título: Sin título


Triste mirada perdida en el vacío. La soledad del caminante perdido en medio de la nada. Horizontes lejanos se muestran felices, mero espejismo de lo que uno desea. Lágrimas que brotan de sus ojos, recorren lentamente sus mejillas, y como si de una vida se tratase, nacen sin encontrar su rumbo, y terminan precipitándose a la nada. Pero el caminante no cesa en su marcha…sabe que cada pisada lo alejan de lo que antaño era un sueño. El caminante camina…sólo…dolorido…desengañado…el mundo le ha fallado…no esperaba un final así… ¿acaso estaba todo destinado? ¿O todo esto no es más que un estado de locura progresiva en el que nosotros mismos nos sumergimos sin oxígeno?

Las olas del mar golpean salvajes contra las duras rocas en los espigones, y una suave brisa marina azota su cara…ay la mar…miles de gaviotas fluyen por el aire mecidas por el viento, indiferentes al mundo que les ha tocado vivir… “¡¿por qué?! ¡Yo también quiero ser una gaviota! Quiero volar libre…libre de preocupaciones…sin ataduras…simplemente yo y el mundo…surcando los cielos…libre…menuda utopía…”

No hay nada que motive ya a este pobre corazón oxidado, a esta pobre ala en pena que camina sola bajo un oscuro manto por el que se filtran humildes rayos de luna…es increíble, pero cierto…un basto manto eclipsando algo tan hermoso como la luna…no será la primera vez que se viese algo semejante…

Su luna quedó derretida por los rayos del sol, que la calentaron hasta acabar con ella… acostumbrada a vivir entre tinieblas, no estaba preparada para tanto calor…En una galaxia llena de astros y demás cuerpos celestes que también disfrutan del calor del sol…la ignorancia está a la orden del día…ignorancia…fiel sinónimo de la palabra felicidad…

De repente, en una fracción de segundo, un rayo acompañado del sonido de un trueno iluminó toda la escena, dejando al descubierto la figura solitaria de ese extraño que caminaba hacía ninguna parte…las primeras gotas de lluvia no se hicieron esperar…una por una, iban golpeando su cuerpo, pero él seguía caminando indiferente a la lluvia, indiferente a todo…Empezaba a sentirse ya cansado…fatigoso de tanto camino recorrido aparentemente sin sentido…

En ese momento, lejos de pararse a descansa, empezó a correr… los latidos de su corazón empezaron a acelerarse y a bombear sangre para mantener tal estado de actividad…las gotas de lluvia se entremezclaban con las gotas de sudor que brotaban de sus poros, y con alguna que otra lágrima que nacía de sus ojos sin permiso…corrió, corrió y corrió todavía más…hasta que de pronto paró en seco…miró hacia el cielo, y emitiendo un fuerte grito de rabia y tristeza, se dejó caer en la arena boca arriba…y ahí quedó…tendido…con los ojos cerrados…y tras dibujar en su cara una fugaz sonrisa, quedó serio y en silencio, sumido en la oscuridad…hasta que el sol quiera volver a brillar…
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Mensaje  Du Lun Abr 07, 2008 6:04 pm

AUTOR: V. Payucd
TÍTULO: El Poeta

EL POETA

Siempre fue un alma inquieta y creativa, y sensible, muy sensible.
El primer poema que mereciera tal calificativo lo escribió a los 15 años, fruto de un desamor, matriz de la que nacen el 99% de los poemas, tantos de los que se escriben como los que no. Esa fue la puerta de un torrente que durante un tiempo le invadió. Llegaba a escribir varios poemas al día, como si hasta entonces todas esas palabras hubiesen estado dormidas en alguna parte de su ser y ahora viesen la posibilidad de ver la luz. Los escribía en cuadernos escolares que luego amontonaba en los cajones de su escritorio.
De esa primera época creativa sólo consiguió rescatar versos sueltos que merecieran su aprobación, y a veces ni eso.
Con el tiempo, supo encauzar ese caudal poético, y el tiempo entre poema aumentó considerablemente, pero también su calidad. Por sus renglones pasaban amores y desamores, decenas de ojos de distinto color, varias ellas pero un solo corazón. Miles de sentimientos que encontraban en una hoja sucia y arrugada, a veces incluso servilletas o trozos de cartón, un hogar donde vivir eternamente.
Pero el poeta creció, y dejó atrás la adolescencia llena de cambios y el amor y otras banalidades dejaron paso a otros pensamientos; el trabajo y las obligaciones primero, el futuro y la familia después. El encuentro con sus cuadernos y sus sentimientos se fue espaciando cada vez en el tiempo, hasta que un día cualquiera, sin previo aviso, simplemente desapareció.
No es que dejara de sentir, sólo que ahora lo hacía con menos emoción.
Ahora, convertido en un anciano de piel marchita y alma ociosa, sin más ocupación que observar el transcurrir de las horas, intenta recuperar en vano parte de esa vida. Sus manos se deslizan suavemente sobre los viejos cuadernos, ya amarillentos, con miedo a que las hojas se deshicieran bajo sus dedos, y con ellas las palabras testimonio de otra vida llena de sentimientos. Su vista cansada se esfuerza por comprender una letra que un día fue suya, y su corazón parece latir con más fuerza cuando reconoce algún sentimiento en carne viva escondido entre versos.
Y entonces, lo decidió.
Sobre su lápida no escribirían la fecha de su muerte, sino la de su último poema. La última vez que realmente vivió, que de verdad sintió.


01/11/06
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Mensaje  Du Mar Abr 08, 2008 11:00 am

Autor: Teplev
Título: Sin título

La poesía está viva;
es imposible que muera
mientras haya unos ojos
que la miren de cerca,
mientras haya suspiros
que enciendan velas.

La poesía no se vende;
se regala
a los oídos atentos
de los niños dormidos,
a las chicas que pasan
a ser amores perdidos,
se canta y se grita
a los cuatro vientos,
por los cuatro costados,
desnudos y vestidos.

Hay poemas, en cambio,
que nacen muertos,
hay poetas malditos y enfermos.
Mis mangas son demasiado estrechas,
mis pies están congelados,
hoy mis versos no tienen dueño.
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Mensaje  Du Mar Abr 15, 2008 4:58 pm

Autor: Teplev
Obra: Soneto ratonero

Son una especie poco conocida,
milenaria y de peligrosa fama
pues fueron sus dientes y no las llamas
los que acabaron con Alejandría.

Devoran el libro que cae en sus manos:
Kafka, Dostoievski, Balzac, Séneca…
no son colorados pero sí listos,
se llaman "ratones de biblioteca".

Puedes verlos en todos los rincones:
en el metro, en una cafetería…
en trenes, autobuses y en aviones.

Duermen en las altas estanterías,
se esconden tras sus gruesos volúmenes
sobre ciencia, arte y filosofía.

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Westley (Buttercup, supongo que nunca has sido la más brillante)
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Mensaje  Du Mar Abr 15, 2008 4:59 pm

Autor: K. Conway
Título: Mordiscos

Llega a la estación. Huyendo. Pero no es ese tipo de huída propio de una película de suspense, o de un ladrón de joyerías. Llega huyendo, pero con paso tranquilo… incluso se detiene en el camino desde el taxi al andén para comprar una revista de crucigramas.

Ya ha anochecido en Salamanca cuando el tren se marcha traqueteando y se pierden, a lo lejos, las luces amarillas de la ciudad. En el vetusto vagón, el viajero alcanza su compartimiento y descubre, con una mezcla de sorpresa y disgusto, que se encuentra completo, pues la familia que lo ocupa ha tomado su asiento como portamaletas y reposapiés. "¡Mierda!" piensa, para sí, mas las palabras que acaba pronunciando son "Bueno…da igual, estaré bien en el pasillo".

Se aposta con su maleta junto al servicio, en el espacio entre vagones, junto a otros dos tipos. Puede que ellos también estén huyendo. De la rutina, o quizá de una familia demasiado estricta, de una novia celosa, de un trabajo estresante, de una deuda con la mafia… quién sabe.
El viajero no huye de ninguna de esas cosas. Viste traje oscuro y lleva puesto un reloj de pulsera. A la mitad del tercer crucigrama, se aburre de la revista y la guarda en su maleta. Es una maleta pequeña, del tipo que alguien se llevaría a una excursión de fin de semana.

Lo primero que se encuentra el viajero al llegar a Oporto es con el puente Luís I, una estructura de hierro en apariencia frágil, que se eleva hasta 44 metros sobre el Duero.
"En Oporto parece como si el tiempo pasase más lento", piensa, mientras se lleva a los labios una copa de vino de oporto en la librería Lello e Irmao. La escalera se bifurca entre estanterías repletas de libros. A través de las vidrieras se intuye la silueta de la torre de los Clérigos.

-Aquí tiene la llave y su recibo, sr. Lopes, bienvenido. Espero que disfrute su estancia en la ciudad.
La recepcionista del albergue es la primera persona a la que ve sonreír desde que comenzó su viaje. Y a él le ha hecho sonreír también la forma en la que ella ha pronunciado su apellido. Deja su maleta y sale a dar un paseo. En la puerta, sentadas en un banco, dos chicas jóvenes hilan pulseras.

Tras una cena frugal y un par de cervezas, regresa tranquilamente dando un paseo a la orilla del río. La niebla, atravesada por el faro de un solitario pesquero, oculta su desembocadura en el océano. El albergue está cerrado y en silencio a su llegada. Al sonido del timbre de la puerta contesta la recepcionista, que se acerca a abrirle.
-Buenas noches, Sr. Lopes… ¿disfrutando del ambiente nocturno de nuestra ciudad?
-Así es… y de la luna llena -, dijo, señalando hacia el cielo.
-Es verdad, se ve preciosa…
-¿Está "de guardia"?
-Oh, no… es sólo que no conseguía dormir.
-Dicen que, en estos casos, lo mejor es un buen masaje…
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
-La policía portuguesa ya ha tomado declaración al jardinero que encontró el cadáver de la recepcionista. Creían que había sido atacada por un perro de gran tamaño… pero las pruebas forenses han determinado que las marcas pertenecen a una dentadura humana y…
-Déjeme adivinar… concuerdan con las que las que hallamos en aquella chica de Salamanca, ¿no es así?
-Sí, exacto, ¿puedo continuar?
Esteban sonrío.
-Por supuesto, adelante.
-Estiman que la chica fue asesinada en la madrugada del viernes al sábado…
-Otra vez luna llena… tenemos un patrón…
-Gracias, Martínez, es lo que iba a decir ahora mismo, si no fuera por esa manía suya de interrumpirme.
-Disculpe, inspectora. Pero estaba pensando que cuadra perfectamente con la teoría de Esteban de que quizá…
-¡Oh, vamos, por favor! ¿Otra vez con eso? No existen los hombres-lobo.
Esteban intervino:
– La licantropía es una enfermedad mental real, si se trata de un paciente que dejó de tomar su medicación podemos rastrear…
-O también puede ser un chalado que ha leído demasiadas novelas de terror… como vosotros dos. Voy a por un café; cuando vuelvan a tomase esto en serio, avísenme.

Esteban se acercó a su joven compañero y puso la mano sobre su hombro.
-No te preocupes, Martínez… en el fondo, ella sabe que tenemos razón Y yo he venido preparado…-dijo, abriendo el puño para mostrarle, en la palma de su mano, un par de relucientes balas de plata.
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Mensaje  Du Jue Abr 17, 2008 11:53 pm

Autor: Sila
Categoría: Prosa
Título: Sin título

Entonces se afeitó la barba, descuidada y poco frondosa, que había brotado en su cara tan lentamente que no se había percatado de ello. Después de un exhaustivo aseo, se vio, por fin, la cara en la rendija que abrió en la mugre del espejo.
Por un momento no se reconoció. Aquella cara le era familiar pero algo había cambiado. Pensó que el cambio era físico, por la pérdida de peso o las tímidas canas que ahora despuntaban en sus sienes. Pero en realidad el cambio se produjo en el interior, en su mentalidad, en su modo de ver las cosas. Solo pudo percibir la dimensión de este extraño sentimiento cuando sus ojos se cruzaron con los de su homónimo al otro lado de la suciedad y el espejo.

Eso era. Era en esa mirada donde comprendió por vez primera el alcance de lo que estaba haciendo.

Se quedó quieto, inmóvil ante sí, incapaz de alterar la dirección de sus ojos. Estaba perplejo, le gustaba aquella nueva visión, pero a la vez tenia la sensación de no ser capaz de hacer lo que deseaba. Algo le decía que podía, que debía hacerlo.

Se sorprendió de la cantidad de cosas que todavía podían decirle sus ojos. Demasiadas imágenes pasaban el cristal y era incapaz de retenerlas en su mente, incluso de descifrarlas. Excepto una. Una línea que cruzaba sus ojos en una sola dirección, del presente al futuro. El pasado quedaba atrás, podía superarlo, lo sabía. Se daba cuenta que lo ocurrido aquella noche era un punto de inflexión en su vida. Un punto de no retorno.

Consiguió apartar la mirada de su pasado. Acabó de vestirse. Se calzó unos zapatos que sacó de su caja y salió a la calle. Estaría a la altura. Vería y le verían. Viviría.

Cuando llegó a casa estaba exhausto y hambriento, se sentó en una butaca de cuero gastada por los años. Ya no le parecía tan fría, su casa había tomado otro aire. Cenó algo de pan y queso que acababa de comprar, y unas aceitunas que flotaban en el vinagre de un gran bote de cristal amarillento.

Miró el reloj. Las once. Recostó la cabeza en el respaldo y estiro los pies. Pensó en el pasado por última vez.

Entonces durmió.
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