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Con la frente Marchita

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Mensaje  stich Sáb Abr 24, 2010 1:02 pm

Hola ratones. Os dejo este relato como carta de presentación en el foro.
Un saludo.


Mientras subíamos la cuesta de la calle Leñeros mi madre iba soltando la retahíla de todos los años. Que si hay que ver, que siempre llegábamos los últimos al cumpleaños de la abuela, para una vez que nos juntábamos todos, que Madrid está muy lejos para los tíos . Que ya nos podíamos haber levantado un poquito antes….Una detrás de otra, las mismas frases que precedían a conceptos más rotundos a medida que nos acercábamos a las escaleras de la casa : egoísmo, desconsideración , desapego……..


Daba igual, papá no se molestaba en absoluto, no se lo tenía en cuenta, porque en el fondo lo hacía adrede. Le caía fatal aquella suegra que, entonces, a sus 62 recién estrenados años seguía tan guapa, tan altiva y tan introvertida como siempre. La llamaba Doña Aldonza y cuando pasábamos por debajo de sus ventanas decía: “ hijos llamad al balcón del castillito a ver si vuestra abuela asoma la trenza”.


Aquel día, la verdad, mi abuela Carmen parecía arreglada para recibir a su caballero andante. Sus dos enormes ojos azules nos abrieron la puerta y antes de que se abalanzara a abrazar a mi hermano, pude capturar la imagen de una mujer que para mí era majestuosa.

Al fondo ya se escuchaban los gritos y carcajadas de mis primos y las discusiones políticas de mis tíos. Pero a mí lo que me interesaba era dar un beso a mi abuelo, primero, y segundo, correr a ver la mesa, engalanada para la ocasión. Adoraba a Papá Enrique y me encantaba verle leer el ABC mientras juraba en arameo e insultaba a un tal Jaime Campmany .

Ya estábamos todos y todo. Las tortillas, los boquerones en vinagre, las croquetas y los regalos, apilados en la mesita camilla. Entre ellos, sobresalía un paquete que me llamó mucho la atención por su tamaño. Abultaba mucho y mi primo Rubén ya estaba revoloteando a su alrededor desde hacía rato.




Hasta que empezaba la comida yo me aburría bastante. Tenía ya dieciséis años y era la única nieta. Así que pasaba a diario largos ratos con mi abuela, después de llevarle la compra. Fue en uno de aquellos mediodías soleados de puchero cuando , de mujer a mujer, me confesó su gran secreto. Como hija de emigrante gallego, había pasado su infancia y parte de juventud en Argentina, donde había tenido un novio. Bueno, ella no lo quería llamar así. Novio es con el que una se casa, decía. Pero yo sabía que había sido un gran amor , un grandísimo amor, por cómo le describía y por esos silencios con los que, de repente, dirigía la conversación a otro tema.

Lo cierto es que hablaba de él, pero nunca por su nombre. Sospecho que se llamaba Carlos, por la fascinación que sentía mi abuela hacia Carlos Gardel. Tanta que , según otro secreto que compartimos ,en plena Guerra Civil, estando los nacionales bombardeando Madrid, estaba cambiando a mi madre el pañal cuando escuchó por el transistor que Gardel había muerto en un accidente de aviación. Fue fatídico. De la impresión , la niña se le escurrió de los brazos, cayó al suelo y a punto estuvo de morir si no fuera por la ayuda de un brigadista que mi abuelo, que nunca se enteró , el pobre, tenía alojado en casa.

Aquel día mi abuela juró que nunca jamás volvería a entrar una radio en casa. Cuando llegó el televisor, obligó a mi abuelo a ponerlo en el despacho para no tener que ver nada y estropeó adrede el viejo tocadiscos Iberia de tapa roja. Para ser sincera, yo fantaseaba a menudo con la idea de que Gardel pudiese haber sido el novio secreto de la abuela. Me encantaba la idea, aunque eso supusiese la posibilidad de no haber nacido.


Pero allí estaba y había llegado la hora de abrir los regalos. Habíamos empezado con los clásicos: pendientes, perfume, marco de fotos, y allí seguía el paquete grande, hasta que mi abuelo se lanzó sobre él murmurando algo de ayudar. Lo cierto es que a él también le picaba la curiosidad . Y fue él quién destapó la bomba. En medio del alborozo general descubrió una modernísima mini-cadena de última generación con radio, doble pletina y plato, y dentro, ¡las obras completas de Carlos Gardel!




La ví salir de la sala, pero nadie se dio cuenta. Aquello era demasiado para todos. Un lujo recién sacado del Corte Inglés. Mi padre, fanático de las nuevas tecnologías, abrió un disco, se lanzó sobre el enchufe y encendió las primeras notas.

Cuando la voz desgarrada del pibe decía aquello de “siempre se vuelve al primer amor” mi abuela ya había sacado sus ahorros de debajo del colchón. Al primer estribillo había guardado una muda en el bolso y cuando se puso el abrigo todos mal bailaban aquello de “volver con la frente marchita”. La ví salir por última vez. Y descubrí que su amor no había sido, no era Carlos Gardel.

stich

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Con la frente Marchita Empty Re: Con la frente Marchita

Mensaje  Eledhwen Dom Abr 25, 2010 2:35 pm

Bienvenida stich, me alegra mucho que al final te hayas decidido a compartir algún relato por aquí... y menudo relato Very Happy
Eledhwen
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