IIª edición Premios Ratones de Biblioteca: obras presentadas

Título: Amores muertos.

Quiero decirte cosas que nunca dije, que no demostré. Pero ahora me encuentro aquí. Entre un espacio de tierra muy lejano, donde esconde el amor su deseo, tierra quemada,arrasada, en la que sólo queda un beso. Donde sólo encontramos raíces de aquí nuestros ausentes cuerpos.
Recuerdo que te acercabas con tan hermosa tez y cogías mis manos, y yo dormido en mi lecho, regalándote una rosa, la más sencilla de las rosas depositaba sobre tu furtivo pecho, como cada catorce de febrero.
En una noche de silencios, muy pequeñas propagaciones de silencios, deondas que apenas resistían el furor del llanto. Entre tanto venías a mí y con cabeza cabizbaja paraste, zurciste una mirada y desgarraste un grito lleno de sangre, te sentaste en mi lecho, me dibujaste con tus dedos e inmediatamente nos fundimos en un abismo de paz que deseábamos poseer... Bebí de tu ombligo, acaricié tu espalda dulcísima hasta que pronto nos arrulló el amanecer.
Ahora que vagamos por esta aquí nuestra cueva, que nada es de tu cuerpo, sólo ese lugar donde estuviste, estos brazos tercos. Ahora que somos alma y aunque no comprenda mi pena, me gustaría decirte las palabras más sinceras, pero no leas, escúchame:
A pesar de tanto tiempo callado quiero decirte que eres y siempre has sido el agua recién nacida que calma mi sed.
Te amo.
Y me voy llorando, llorando la hermosa vida.

Título: Un niño

No soy más que un adulto que se niega a creer,
Un niño en este cuerpo de hombre atrapado,
Luchando por ver desaparecer
Las invisibles cadenas que me tienen bien atado.

De alas desearía estar dotado
Y así poder volar en libertad
En un mundo estereotipado
Donde nada puede salirse de lo “normal”.

Un niño, que grita por salir a la superficie.
Un niño, que lo único que desea es que alguien le acaricie.
Un niño, al que le gustaría tocar las estrellas.
Un niño, que aún piensa que la vida es bella.

Maldita la sinrazón del hombre adulto
Que se esfuerza por matar a ese pobre niño
En un mundo de estúpidas reglas
Que no dan lugar para el cariño.

Veo a algunos que ponen cara de extrañados,
No recuerdan que hace mucho tiempo ya me dieron muerte.
Quisieron enterrarme para siempre,
Que no volviera a significar nada en sus vidas,
Pero dejaron sin cicatrizar una herida,
Una parte de su alegría que quedó inerte.

Habría que verte, reprimiéndote en vano,
Pensando que eres sensato y fuerte.
Sólo te divierte lo que la sociedad dicta que es divertido
Y procuras no salirte del camino establecido,
No vayas a ser señalado o censurado,
Prefieres vivir oprimido,
Esa es la opción que has escogido.

Dichoso sea aquel que me tiene en cuenta,
Aquel que sabe que existo y que me alimenta
De sensaciones agradables y que me mima,
A ellos les dedico estas rimas.

Se anima de esta forma mi autoestima,
Pues ya no vivo frustrado entre rejas.
Espero haberte enseñado la moraleja,
Pues el maldito “que dirán” es mi queja.

Título: Marioneta

Y de pronto aparezco. Soy un ente, un concepto, sin forma ni nada alrededor. Soy consciente de que hace unos segundos ni siquiera existía, y veo como mi físico se va formando a mi alrededor, en medio del enmarañado mundo de formas e ideas en el que vivo. Ya me he formado, con cuerpo y con alma. Aparece dentro de mí una personalidad no contextualizada y algunas de las imágenes que me rodean comienzan a juntarse, empezando a formar un único todo en el cual yo me encuentro. Ahora puedo recordar todo mi pasado. Por supuesto, no puedo recordarlo todo, porque hay lagunas. Poco a poco voy tomando una identidad sólida e inquebrantable, tanto que puedo llegar a fusionarme con mi creador. Ya se todo sobre mí mismo y sobre mis circunstancias, se cual es mi objetivo y cual será mi próximo paso. Comienzo a actuar, y noto como el paso del tiempo y de los acontecimientos afectan a la realidad que me rodea. A veces, clandestinamente, reflexiono sobre mi libre albedrío. Hago todo porque así lo quiere mi creador, pero también porque yo quiero hacerlo. De hecho, yo quiero hacerlo porque él quiere que lo haga, aunque él me conoce lo suficiente como para saber que es lo que yo querría o no querría hacer. Por supuesto, alguna vez se equivoca. La verdad es que es irritante, aunque por desgracia mi creador no me permite irritarme. Espero que no descubra que tengo estos sentimientos, o podría hacerme un lavado de cerebro. Lo peor de todo es que yo no me enteraría, solamente renacería de nuevo y la historia comenzaría desde el principio, sin permitirme ser consciente de ello. Mi existencia empieza a apestar, y creo que mi creador también se da cuenta de que no me siento a gusto viviendo esta vida. Empieza a darme órdenes rocambolescas intentando salvar lo insalvable. A quien queremos engañar, no hay forma de rescatar esta historia, y lo mejor para todos será comenzar de nuevo. Ser el protagonista de un escritor principiante es una mierda.

Y de pronto aparezco...

Título: Carta abierta

Pudo ser y no fue… Como dice Sanz en aquella canción, que aunque el cantante no sea santo de mi devoción, esta frase siempre me ha encantado. ¿Que caprichoso es el amor verdad?

Te conocí cuando era aún muy joven, quizás demasiado. Y te admiré, me sentí una persona segura a tu lado por todo lo que me deslumbraste, por tu sabiduría y por tu saber hacer. Con los años también he aprendido que es muy fácil construir cortinas de humo. ¿Verdad?

Supiste estar a mi lado cuando mi vida era un caos, aunque para nada lo pareciera. Con mis 20 años tenía una vida perfecta, estudiando en la universidad, mi familia maja y unida… Si alguna situación me describe es “saber estar” y que nadie se entere de lo que pasa dentro de mi mente. Eso también sale muy caro, te lo aseguro.

Tú lo sabías y a pesar de ello, me fallaste en el momento clave. Y justo cuando caí, te fuiste.

Te adoro pero te recrimino aquella época. Yo hubiera sufrido igual porque la mochila la llevaba demasiado llena y tarde o temprano habría caído, pero te retiraste sabiendo lo que había. Me querías pero tu miedo era aún mayor, y eso después de casi una década.

Amor y odio a menudo rallan el espacio. Me debiste ayudar porque no podía con tantos frentes abiertos, y lo sabías, pero supongo que no pudiste, cada uno tiene su historia y la tuya tampoco es fácil.

De todos modos, continuo pensando que eres la persona que se cruzó en mi vida en un momento clave, que te quise como nunca había querido a nadie, y después de todos estos años, creo que nunca querré a nadie por igual.

Siempre estarás en mí.

Título: No

No. No, no, no, no. No quiero despertar, no quiero.
Lentamente, los resquicios de sol que se cuelan por mi ventana vencen la batalla a mis pestañas. Las señales lumínicas se hacen con el poder de mi ritmo circadiano. Me resisto, lucho contra ello, pero mis ojos se abren.
Todavía sin querer mover más que mis pestañas y mis pupilas, respiro el aroma de mi cuarto y entonces, sólo entonces, me percato de que no es una mañana cualquiera, no es un simple despertar. Es entonces cuando decido movilizar a mis músculos, los mínimos necesarios, para darme la vuelta sin que las mantas descubran un ápice de mi cuerpo.
No. No, no, no, no. No quiero destaparme, no quiero.
Aunando todas mis fuerzas para lo que parecería una simple tarea, consigo ladearme hacia el interior de la cama, de espaldas a la ventana. Y allí, junto a mí, está el tan deseado cuerpo. El cuerpo que no todas las noches me acompaña y que por eso, durante unos preciosos segundos, hace que mi conciencia vibre de alegría al recordar que esa mañana, almenos esa mañana y esa noche, está a mi lado.
Ahora sí abro los ojos, los abro para embriagarme de su piel, de su cuerpo. Huelo el aire entre nosotros para aspirar su fragancia, acompaso mi respiración a la suya y vuelvo a cerrar los ojos. Tiendo mi mano, a ciegas, para posarla delicadamente en sus labios, recorrer como si de una flor delicada se tratara cada pliegue, cada recta, cada curva de sus facciones.
No. No, no, no, no. No quiero que se despierte, no quiero.
Asustada por no romper el encanto de su sueño, que conlleva el retorno al día a día, aparto mi mano y me retrepo entre las mantas, acercándome todavía a ciegas hacia su cuerpo. El espacio se acorta entre nosotros y me acomodo a su postura, como un negativo, todavía con los ojos cerrados.
Intento volver a dormir para poder despertar de nuevo y recordar, durante un mágico instante, que está a mi lado, que está conmigo. Pero justo cuando entro en la duermevela, cuando mi mente parece alejarse de aquella cama, algo me despierta: una caricia, una mirada, una sonrisa.
Le respondo y acaricio. Y miro. Y sonrío.
No. No, no, no, no. No me hagas cosquillas, no quiero.