Creemos una historia
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Vicen
Du
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Creemos una historia
Bueno, se me ha ocurrido que es raro que en este foro no exista ningún tipo de juego, con lo jugones que somos!!! Lo he puesto en taller literario, pero Eled, si quieres lo muevo a offtopic
Propongo yo uno, vale? Se trata de que entre todos construyamos una historia, intentando que tenga su sentido. Sin argumento, sin título ni nada, simplemente confiando en la imaginación que tengamos cada uno de nosotros. A ver qué sale.
Cada uno de nosotros podrá poner hasta 30 palabras máximo, siguiendo el hilo del párrafo que haya escrito el forero anterior e intentando que la historia tenga su lógica. Podéis meter partes narradas, diálogos, pensamientos, lo que se os ocurra. Qué os parece??
Empiezo yo
"Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno"
Propongo yo uno, vale? Se trata de que entre todos construyamos una historia, intentando que tenga su sentido. Sin argumento, sin título ni nada, simplemente confiando en la imaginación que tengamos cada uno de nosotros. A ver qué sale.
Cada uno de nosotros podrá poner hasta 30 palabras máximo, siguiendo el hilo del párrafo que haya escrito el forero anterior e intentando que la historia tenga su lógica. Podéis meter partes narradas, diálogos, pensamientos, lo que se os ocurra. Qué os parece??
Empiezo yo
"Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno"
Du- Westley (Buttercup, supongo que nunca has sido la más brillante)
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Re: Creemos una historia
Du escribió:"Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno"
"Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia"
Vicen- Jorge Bucay (una dosis de autoestima? )
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Re: Creemos una historia
Vicen escribió:Du escribió:"Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno"
"Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia"
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa.
Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él"
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él"
Du- Westley (Buttercup, supongo que nunca has sido la más brillante)
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Re: Creemos una historia
La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
melita- Charlie el chú chú (no hay enigma que se te resista)
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Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Vanexa Lane- Paloma (no tema, Renée, no me suicidaré)
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Fecha de inscripción : 28/02/2008
Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando.
Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Du- Westley (Buttercup, supongo que nunca has sido la más brillante)
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Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
- John, qué demonios estás haciendo aquí? Me has dado un susto de muerte.
- Emma, dónde crees que vas?
- No es asunto tuyo, John. Vuelve a casa por favor
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
- John, qué demonios estás haciendo aquí? Me has dado un susto de muerte.
- Emma, dónde crees que vas?
- No es asunto tuyo, John. Vuelve a casa por favor
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Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
- John, qué demonios estás haciendo aquí? Me has dado un susto de muerte.
- Emma, dónde crees que vas?
- No es asunto tuyo, John. Vuelve a casa por favor.
- ¿Cómo que no es asunto mío? Emma, soy tu mejor amigo desde hace ya 15 años, no me digas que no es asunto mío. Además, ¿qué haces a estas horas tú sola por aquí? -dijo John, mirando a su alrededor-.
- John... yo... he decido marcharme -susurró-.
- ¿Marcharte? -gritó- ¿Por qué? No me lo puedo creer. Así, ¿sin más? Dejas tantas cosas atrás... -no daba crédito a lo que Emma le acababa de decir-.
- Ah, ¿sí? ¿Como qué?
- A mí, me dejas a mí.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
- John, qué demonios estás haciendo aquí? Me has dado un susto de muerte.
- Emma, dónde crees que vas?
- No es asunto tuyo, John. Vuelve a casa por favor.
- ¿Cómo que no es asunto mío? Emma, soy tu mejor amigo desde hace ya 15 años, no me digas que no es asunto mío. Además, ¿qué haces a estas horas tú sola por aquí? -dijo John, mirando a su alrededor-.
- John... yo... he decido marcharme -susurró-.
- ¿Marcharte? -gritó- ¿Por qué? No me lo puedo creer. Así, ¿sin más? Dejas tantas cosas atrás... -no daba crédito a lo que Emma le acababa de decir-.
- Ah, ¿sí? ¿Como qué?
- A mí, me dejas a mí.
Re: Creemos una historia
Era una noche despejada, el cielo lleno de estrellas. La luna llena brillaba iluminando a cuatro siniestros jinetes que cabalgaban al galope en sus cuatro corceles negros venidos del infierno.
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
- John, qué demonios estás haciendo aquí? Me has dado un susto de muerte.
- Emma, dónde crees que vas?
- No es asunto tuyo, John. Vuelve a casa por favor.
- ¿Cómo que no es asunto mío? Emma, soy tu mejor amigo desde hace ya 15 años, no me digas que no es asunto mío. Además, ¿qué haces a estas horas tú sola por aquí? -dijo John, mirando a su alrededor-.
- John... yo... he decido marcharme -susurró-.
- ¿Marcharte? -gritó- ¿Por qué? No me lo puedo creer. Así, ¿sin más? Dejas tantas cosas atrás... -no daba crédito a lo que Emma le acababa de decir-.
- Ah, ¿sí? ¿Como qué?
- A mí, me dejas a mí.
- Precisamente por ti marcho John - dijo Emma bajando la vista - estoy embarazada...
Ella caminaba en la oscuridad, descalza sobre la hierba mojada y aún a lo lejos veía la luz de su cabaña y el humo de la chimenea frente a la que descansaban sus padres después del largo dia.
Se preguntó cuánto tiempo tardarían en notar su ausencia, pero probablemente para aquél entonces ella ya estaría muy lejos de casa. La decisión de marcharse y abandonar todo lo que poseía le aterrorizaba, pero como aquel misterioso hombre le había dicho: "es tú destino y no lograrás escapar de él". La frase resonaba con fuerza en su cabeza desde entonces y por más que intentaba buscarle sentido, no era capaz. Sin embargo, una fuerza irrefrenable la instaba a seguir su mandato.
La taberna de Cristian seguía abierta. Cristian era el hombre más viejo del pueblo, el cual parecía que estaba hecho para rellenar jarras y más jarras de cerveza a los trabajadores que acababan su jornada. Le hubiese gustado despedirse de él. Al fin y al cabo era su abuelo preferido.
Pero no había tiempo para despedidas. Sabía perfectamente que si se paraba a despedirse, luego ya no sería capaz de marcharse. Pasó por delante de la taberna de Cristian, apretó los puños y siguió andando. Cuanto más se alejaba del pueblo, más miedo sentía. Dar un nuevo paso hacia lo desconocido era un reto para ella. De repente escuchó un sonido que hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara.
Se giró, aterrorizada:
- John??
Sí, era John, su mejor amigo.
- John, qué demonios estás haciendo aquí? Me has dado un susto de muerte.
- Emma, dónde crees que vas?
- No es asunto tuyo, John. Vuelve a casa por favor.
- ¿Cómo que no es asunto mío? Emma, soy tu mejor amigo desde hace ya 15 años, no me digas que no es asunto mío. Además, ¿qué haces a estas horas tú sola por aquí? -dijo John, mirando a su alrededor-.
- John... yo... he decido marcharme -susurró-.
- ¿Marcharte? -gritó- ¿Por qué? No me lo puedo creer. Así, ¿sin más? Dejas tantas cosas atrás... -no daba crédito a lo que Emma le acababa de decir-.
- Ah, ¿sí? ¿Como qué?
- A mí, me dejas a mí.
- Precisamente por ti marcho John - dijo Emma bajando la vista - estoy embarazada...
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