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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  victormo Jue Mayo 01, 2008 12:00 am

Bueno, abro este tema para ir colgando los relatos que escriba, y así por lo menos habrá alguien que los lea (o eso espero Razz ). También podéis hacerme críticas. Todo lo que ayude a mejorar es bueno. Tampoco puedo prometer colgar 20000 relatos, pero si de vez en cuando escribo alguno, pues aquí que lo cuelgo ^^.

En el siguiente mensaje pongo el primero!!!!


Última edición por victormo el Sáb Ene 15, 2011 1:45 pm, editado 7 veces
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  victormo Jue Mayo 01, 2008 12:02 am

El primer relato que cuelgo, espero que os guste. Llevo una semana que esta historia me martilleaba en la cabeza y necesitaba escribirla. espero que os guste!!!

FLOR DE AGUA

Todos los magos, en el mundo en que vivimos, sabemos que de una forma u otra estamos especialmente ligados a un conjuro. Lo que a algunos le puede parecer maravilloso o inexplicable, a mi nunca me llamó especialmente la atención. Al igual que algunas personas están más capacitadas para las matemáticas y otras mejor dotadas para recordar las fechas que marcan los sucesos de nuestra historia, otras personas en cambio son capaces de hacer proezas con su cuerpo, siendo tan fuertes como para levantar pesadas rocas o tan flexibles que caben en pequeñísimos espacios. La magia es parecida, y yo desde pequeño había tenido una especial conexión con todos los hechizos relacionados con agua.
Por eso, cuando se descubrió que mi afín era una flor de agua, nadie se sorprendió demasiado. Pero en realidad, poca gente sabe la verdadera conexión que existe entre yo y mi afín. Nadie sabe el significado de esa flor.
Como todo mago sabe, un afín es un objeto, un animal o ser que muestra la verdadera forma interior de su dueño y creador. Las personas solitarias suelen tener afines inertes, poderosísimas espadas u otros objetos mágicos que les ayudan a conseguir sus objetivos. Las personas más amistosas suelen tener afines relacionados con seres vivos, los cuales les hacen compañía cuando lo necesitan y de los cuales poder cuidar también. Muchos magos de interior oscuro suelen tener afines venenosos y de intenciones tan oscuras como ellos. En definitiva, es importante que se comprenda que un afín siempre nos define, aunque esa definición pueda no gustarnos o sea desconocida para nosotros. Un afín es ni más ni menos que una exteriorización de lo más profundo de nuestros sentimientos.
Lo que poca gente sabe es cómo un mago es capaz de crear a su afín. Este proceso es conocido muy vagamente, si bien se sabe que no cualquier mago puede optar a poseer semejante objeto tan valioso o semejante criatura de leyenda. En cambio los muchos magos que han logrado tener uno suelen optar por el silencio y por guardarse para ellos la forma en que consiguieron leer su alma.
Yo en cambio he decidido contarlo. No sabría decir muy bien por qué, no sabría explicar si es para acallar las voces de los que murmuran tras de mí o por que realmente necesito que alguien, sea quien sea el que obtenga esta carta, sepa mi más íntimo secreto. En el fondo, supongo que es una simple necesidad de exteriorizar lo que siento, así que a ello procedo.

Todo empieza en realidad muchos años atrás. Yo había finalizado mis estudios, los cuales habían sido dedicados al campo de la magia que se encarga de ayudar a la gente no mágica.
Tal vez haya personas que piensen que fui generoso eligiendo esos estudios. No todos los magos deciden invertir sus esfuerzos en ayudar a una población de la que, por otra parte, hemos pasado gran parte de nuestra historia huyendo. Por lo general, nosotros éramos vistos por la sociedad mágica como los greenpeace en el mundo no mágico.
No fue por mi generosidad por lo que elegí esa carrera. Como casi todas las cosas que se hacen en este mundo, fue por amor, sólo que por aquel entonces yo no lo sabía.
En aquella época yo no era buena persona. Tampoco es que fuese malo, no es eso, pero siendo franco conmigo mismo he de reconocer que era egoísta y malcriado. Mi vida consistía en ir de flor en flor, disfrutando sin responsabilidades. Siempre tuve facilidad con los estudios y había crecido en una familia adinerada, por lo que no se puede decir que mi vida fuese difícil en ningún aspecto.
Pero otra constante en mi vida fue ella, la mujer de la que me enamoré. La conocía de toda la vida, siempre habíamos vivido en el mismo pueblo, y bueno, al contrario que la mayoría de la gente ella sabía como era yo de verdad.
Hoy, pudiendo ver el puzzle completo, diría que ella me conocía mejor de lo que me conocía yo mismo, y supo ver en mí las cosas buenas que yo no sabía que tenía, y creo que es por eso por lo que nunca me apartó la palabra, a pesar de todas las cosas malas que yo también tenía y que era incapaz de ver.
Ella era hermosa e inteligente, y yo demasiado engreído, por lo que para mí ella algún día acabaría siendo mía por derecho propio. Que ignorante era. No era capaz de entender que ella no se merecía a alguien como mi yo de aquel entonces.
Al final acabé dedicando mi vida a estudiar la misma magia que ella había elegido. Donde todos vieron que yo la seguía por amor, yo, cegado por el orgullo, sólo podía ver que de esa forma ella podría fijarse en mis grandes dotes para la magia. Cuando más lo pienso más patético veo que era.
El caso es que al final, como no podía ser de otra forma, ella acabó diciéndome lo que mucha gente no se atrevía a decirme, que yo era un creído, que no era más que nadie y que nunca podría llegar a estar con ella. Yo, herido en mi ego, le dije que no se creyese tan especial, que yo podía tener a cualquier mujer y que no quería volver a verla.
Largos años me llevó darme cuenta de que en realidad sólo me estaba engañando a mí mismo. Seguimos siendo compañeros de estudio, pero yo no la miraba excepto cuando mi subconsciente se revelaba ante la evidencia y acababa espiándole por el rabillo del ojo.
Pero no fue hasta el momento en que, terminamos nuestros años de estudiantes y la vida nos llevó por diferentes caminos cuando empecé a añorarla. Varios años me llevó comprender que siempre la había amado, y para cuando fui a buscarla ella ya no vivía en nuestra pequeña ciudad.
Mi ansiedad fue en aumento, por lo que decidí ir a buscarla. Fue un familiar suyo quien me indicó dónde se encontraba. Me dijo también que un día ella estuvo enamorada de mí, pero que una decepción tras otra le hizo perder la fe en que yo cambiase. En definitiva, que iba a tener que demostrarle muchas cosas si quería que después de tanto tiempo ella me aceptara.

Fui a buscarla a su nuevo hogar. Al contrario que yo, ella no había cambiado de rumbo su vida profesional después de acabar los estudios. Yo había empezado a escalar puestos en una escuela de magia experimental mientras ella había adoptado una sencilla vida abasteciendo en secreto los comedores de las ONG de cierto país de África. No era un trabajo fácil, pues los no magos no debían notar que estaba apareciendo comida por arte de magia, ni era un trabajo agradecido en absoluto, pero era lo que ella siempre había querido hacer.
Cuando me vio aparecer fue como si ante ella se hubiese presentado un fantasma. Hoy se que cometí un error declarándole mi amor directamente después de cómo me había portando con ella y en general con todo el mundo. No me extraña que me diese con la puerta en las narices y me pidiese que volviese a mi casa y me olvidase de ella para siempre.
Por supuesto, no me fui, si no que me quedé pensando toda la noche en el frío del desierto que hacer para volver a conquistarla. Bueno, aquí he de añadir que yo siempre he tenido una memoria realmente excelente. Es un dato importante en esta parte de la historia, pues en ese momento recordé haber visto en la casa de ella una flor azul eléctrico que desde luego no crecía en ese país. Como bien supuse en ese momento y como supe después con certeza, esa era su especie de flor favorita. Decidí volver ofreciéndole un ramo de esas preciosas flores y pidiéndole perdón por cómo había sido y por no haber comprendido antes lo estúpido que era.
Nunca supe si mi plan habría funcionado, pues cuando volví a buscarla me enteré de que acababa de morir en un atentado de la guerrilla.

Lo siguiente que recuerdo es pasar muchos meses vagando entre la niebla. Por fuera parecía estar bien, pero en mi interior sólo podía recordar la última vez que la vi, el momento de su funeral y el hecho de que murió sin saber lo que realmente sentía, que había cambiado y que había sido gracias a ella.
Pasaba los días deseando estar sólo, y pasaba mi soledad deseando estar con ella.

Una noche, sumido en la oscuridad que tanto tiempo me acompañaba en mi cama desde un tiempo que no sabía precisar, de repente desperté. No me encontraba en mi cama, si no en el centro de un gran valle verde. El cielo rojizo del crepúsculo bañaba los campos tiñéndolos de un eterno color mortal, pero no era muerte lo que yo sentía si no paz. No me sentí extrañado por el desconocido lugar en donde había emergido de las sombras, simplemente asumí, pues es así como me sentí, que estaba en el lugar que llevaba tanto tiempo buscando. Avancé hacia el sol, lentamente, disfrutando del terreno. En el fondo creo que ya en ese momento sabía lo que me iba a encontrar.
Allí estaba, tras casi un kilómetro caminando. Era la tumba de mi amada, solitaria en medio de aquel terreno de serenidad, y flotando sobre ella, estaba la flor de agua.
Reconocí la flor como la que tuviese mi amada en su casa, pero esta tenía una particularidad. En vez de pétalos azules, sus hojas estaban formadas por agua. Era un hermoso espectáculo ver la luz del sol atravesando sus líquidas formas. Observé la flor y sin darme cuenta empecé a llorar de añoranza y felicidad. Flor y agua, ella y yo.
Pero, ¿acaso ella me había perdonado? La duda atravesó mi corazón como un puñal de hielo. ¿Dónde me encontraba? ¿En el paraíso, o en alguna alucinación dentro de mi mente? ¿Acaso era esa flor la respuesta desesperada de mi subconsciente? ¿Un vano intento de supervivencia?
Como un niño que sabe que no ha actuado bien, sentí miedo. Miedo a ser rechazado por la flor. Observé entre lágrimas las ondas que se formaban en sus pétalos acuosos, como pequeñas olas avanzando en su océano particular. Observé el torbellino que se formaba en su cáliz, y me decidí. Mi mano se acercó lentamente, temblando, hacia ella.
Como en la mayor de mis pesadillas, bastó rozar la flor con la punta de mis dedos para que estallase en todas direcciones como si fuese una presa que ha sido liberada repentinamente. La violencia de las aguas me empujó hacia atrás. Nadé como pude pero fui arrastrado por la corriente. La tumba de mi amada fue enseguida enterrada bajo el agua y todo comenzaba a inundarse a una velocidad de espanto. Todo era agua, y yo estaba en medio de una fuerza contra la que no podía luchar.
Pero quería luchar. Nadé, buceé, traté con todas mis fuerzas de avanzar de nuevo hacia la tumba, de conquistar esa flor, no por que me perteneciese, si no por que yo la necesitaba para vivir. Pero era inútil, el agua empujaba cada vez con más fuerza y ya empezaban a crearse olas de varios metros de altura que trataban de ahogarme.
Comprendí que mi destino era estar lejos de ella, al igual que en vida fui tan estúpido de eclipsar su luz con mi absurda sombra.
Dejé de luchar, y en el último instante antes de ahogarme, mi último pensamiento fue para su hermoso rostro.

Lo siento. De verdad que lo siento.. Aun después de tu muerte, siempre te amaré. Y si hay vida después de la vida, sólo necesito verte una vez más para poder decirte quien soy gracias a ti. Tú no eres mía, pero yo soy tuyo ahora y en la eternidad.


Cuando desperté, estaba exactamente en el mismo dónde me había quedado dormido. Me levanté desorientado, y observé que en mi mano tenía la ansiada flor de agua.

Esta es la historia de cómo conseguí mi afín. Hoy, cuando se acercan los últimos días de mi vida, no quería terminarlos sin que alguien supiese el significado de esa flor. Se que muchos no entendieron que un gran mago como he sido yo renunciara a utilizar un objeto como era aquella flor de agua. Muchos hubiesen anhelado poseer una flor capaz de controlar, crear, dominar y transformar todo un elemento tan poderoso como lo es el agua, y muchos son los que han tratado de robarla del lugar en el que descansa. Por suerte, la flor es capaz de cuidarse sola, como ya me demostró en aquel limbo en forma valle en el que la vi por primera vez.
Esta es la historia de cómo creé mi afín, y es la historia del por qué desde el día en que lo conseguí está resguardando la verdadera tumba de mi amada. No es que me interese que la gente sepa por qué renuncie a parte de mi poder, no me interesan en absoluto los chismorreos, sólo espero que ella sepa, esté donde esté, que esa flor permanecerá junto a ella por siempre en el mundo de los vivos, y que yo espero poder permanecer junto a ella en el mundo que está a punto de llegarme. Pero por supuesto, esa es otra aventura que no tardaré mucho en vivir.

Al atento lector que haya sido capaz de aguatar todos mis desvaríos de viejo, sólo me queda darle las gracias por ayudarme a librarme de este secreto que guardaba desde hace tantísimos años y que necesitaba revelar.

Y a ella, sólo me queda decirle que espero verla muy pronto.
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Mensaje  Du Vie Mayo 09, 2008 12:07 pm

Me ha encantado. Me gusta todo lo que tiene que ver con magia y fantasía, así que imagínate. Me recuerda bastante al mundo de Harry Potter, con lo de la gente no mágica y todo eso, supongo que el relato está algo influenciado por eso, pero tiene un toque original.
Sigue poniéndonos tus obras Victormo, que a mi personalmente las dos que has puesto me han gustado y enganchado mucho, en serio.
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Mensaje  Eledhwen Jue Mayo 22, 2008 12:05 pm

Bueno, he tardado pero por fin he ´leído tu relato victormo. Y, madre mía, me ha encantado cheers Sigue poniéndonos más, porque me encanta la forma de escribir que tienes Wink

Una pregunta, en los dos relatos tuyos que he leído, están escritos en forma de carta póstuma; hay algún motivo? Es sólo casualidad o te suele gustar hacerlo así?? bounce
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Mensaje  victormo Jue Mayo 22, 2008 4:19 pm

Eledhwen escribió:Una pregunta, en los dos relatos tuyos que he leído, están escritos en forma de carta póstuma; hay algún motivo? Es sólo casualidad o te suele gustar hacerlo así?? bounce

Lo primero, gracias a las dos por la opinión, me alegro muchísimo (de verdad) de que os haya gustado. Y respecto a la pregunta, es pura casualidad, y la verdad es que ni siquiera me había dado cuenta Razz La próxima que ponga a ver si no es una carta Laughing
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Mensaje  Eledhwen Jue Mayo 22, 2008 5:16 pm

victormo escribió:
Eledhwen escribió:Una pregunta, en los dos relatos tuyos que he leído, están escritos en forma de carta póstuma; hay algún motivo? Es sólo casualidad o te suele gustar hacerlo así?? bounce

Lo primero, gracias a las dos por la opinión, me alegro muchísimo (de verdad) de que os haya gustado. Y respecto a la pregunta, es pura casualidad, y la verdad es que ni siquiera me había dado cuenta Razz La próxima que ponga a ver si no es una carta Laughing

Que conste que no era ninguna crítica, eh? sólo una pregunta Wink
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  victormo Lun Jul 21, 2008 11:11 pm

Bueno, esta tarde me ha dado un arrebato de ponerme a escribir en un rato tonto. Aquí os dejo el resultado.


REFLEJOS

Bernard estaba tumbado en su cama, con los ojos cerrados. Llevaba en aquella posición por lo menos doce horas, sin hacer nada, pensando y mirando al infinito.
Cuando uno lleva tantos años de su vida sufriendo de insomnio, al final acaba por acostumbrarse y por no pensar en ello, pero Bernard todavía no había olvidado aquellos angustiosos primeros años cuando todavía anhelaba el abrazo de los sueños, y pasaba horas y horas en la cama intentando dormir.
Ahora seguía utilizando la cama, pero como único medio para poder soportar las horas de tedio sin tener absolutamente nada que hacer. Cerraba los ojos y se dejaba transportar a un mundo de semi inconsciencia donde hallaba la paz que no existía en su vida.
Ahora no estaba pensando en nada de aquello. Pensaba en que ya se había hecho de noche. Era su hora, la hora de encontrar víctimas.
Se levantó de la cama y avanzó hacia el armario. Dentro, todas sus ropas eran de color negro. Tenía ropas de todos los tipos y para todas las épocas del año, pero todas ausentes de color, de dibujos o adornos. De esta forma la gente se fijaba menos en ti. Podría decirse que la gente procuraba mirarte menos si ibas vestido de aquella manera. No es que Bernard tuviese un aspecto siniestro, pero había observado que la gente tendía a mirarle de reojo y a intentar olvidarle. Tras mucho tiempo pensándolo, había llegado a la conclusión de que a la gente le molestaba no poder encontrar en él ningún rasgo de personalidad, y eso les frustraba. A la sociedad le gustaba mucho poder etiquetar a la gente: hippies, pijos, indigentes, todos parecían estar habituados a diferentes formas de andar por la vida, mientras que él era una simple sombra que caminaba sin hacer distinciones. Cualquier persona podía ser una buena víctima, y eso es lo que importaba.
Salió a la calle en un barrio de clase media y caminó bajo la luz de las farolas. Procuraba caminar siempre por el lado más oscuro de la calle, pero tampoco tenía problemas en que nadie le viese.
Metió la mano en el bolsillo y sacó una caja de cigarrillos y un mechero. Sacó un pitillo y lo encendió, mientras salía hacia la carretera principal que le llevaba hasta el centro de la ciudad, donde ahora mismo cientos de jóvenes empezarían a emborracharse en parques y grupos de veinteañeros comenzarían a quedar tras una dura semana de trabajo para ver a sus amigos por primera vez en toda la semana, tomar una copa y si la noche se terciaba bien, marcharse a casa acompañados.
Una prostituta le llamó desde lejos intentando hacer negocio, ante lo cual él simplemente la miró hastiado y continuó andando sin decir nada. Había pensado en acabar con ella, pero la noche era muy larga y él tampoco tenía otra cosa que hacer aparte de elegir entre el rebaño y esperar su oportunidad. Pero pensó, esbozando una sonrisa, que otra noche le tocaría a ella.
Caminaba a la sombra de un gran concesionario de coches cuando de pronto vio que algo se movía a su lado, al otro lado de la enorme cristalera. Miró, curioso de que alguien estuviese trabajando a aquellas horas, y lo que vio le horrorizó como nada podría haberlo hecho desde su conversión.
No había nadie al otro lado del cristal. La persona que había visto estaba dentro del cristal, y le estaba mirando con una cara de odio infinito.
Bernard avanzó hacia atrás y tropezó con el bordillo cayendo a la carretera. Siguió mirando el cristal con creciente pánico mientras en su interior la persona que le miraba empezaba a sonreír cruelmente.
—Cuanto tiempo —le dio escuetamente.
—¿Quién eres? ¿Cómo es posible?
Un coche pasó pitando a un escaso metro de Bernard. Se le había olvidado que estaba en medio de una carretera principal. Subió a trompicones a la acera y se acercó a la cristalera.
—Como no tengas más cuidado vas a acabar matándote —le dio el hombre del cristal.— En todo caso, no puedes morir, ¿verdad?
Bernard se tocaba la cara como si no se creyese que estaba viendo a su reflejo. En cambio este no correspondía a sus movimientos.
—Esto no puede estar pasando. Yo no tengo reflejo desde hace décadas.
Su reflejo sonrió, aunque sus ojos no reflejaban ningún tipo de humor. Extendió el índice y el pulgar imitando a una pistola y apuntó al corazón de Bernard.
—Pues a partir de ahora no te librarás de mí.
Por un momento ninguno de los dos se movió, hasta que de pronto el reflejo fingió disparar al corazón de Bernard.
—¡Vete de aquí, hijo de puta! —Gritó sobresaltado.
Cogió la esquina de una baldosa que había suelta en el suelo y la lanzó contra el cristal, y en ese momento se desató el caos. Cientos de trozos de cristal saltaron por el aire, la alarma del concesionario comenzó a sonar amenazando con hacer estallar los tímpanos de ellos dos y de todos los vecinos que vivían por la zona.
Bernard no fue consciente de que varias personas comenzaban a asomarse a la ventana. Sólo tenía ojos para ver como pisando trozos de cristal, salía su reflejo, ahora corpóreo. Este cogió un enorme cenicero que había para los clientes y lo enarboló como arma.
Cuando el reflejo se abalanzó sobre él en un intento de machacarle la cabeza, Bernard giró sobre sí mismo en el suelo clavándose en las manos trozos de cristal. Ni una sola gota de sangre salieron de ellas. Se levantó como pudo y comenzó a correr, oyendo como el reflejo le pisaba los talones.
Llegó al puente que pasaba sobre la vía del tren y saltó, flotando sobre las capas de aire y cayendo suavemente como una pluma. Si había pensando que esto podría proporcionarle algún tipo de ventaja sobre su perseguidor, estaba totalmente equivocado. El reflejo del cristal, el cual ahora parecía un macabro gemelo, lo miró desde lo alto del puente. De pronto, como si se hubiese fundido con las sombras, desapareció y volvió a aparecer entre las vías, todavía sujetando el cenicero.
—Te recuerdo que soy un reflejo y que apareceré allí donde tu puedas reflejarte.
—¡Pero yo no tengo reflejo!¡No lo he tenido desde que me mordieron!
—Claro que lo tienes, otra cosa es que no lo hayas visto.
Bernard se quedó mirando al hombre que era exactamente igual que él.
—¿Qué quieres de mí?¿Qué te he hecho?
—Quiero venganza.
Bernard no lo entendía. No sabía que le había podido hacer a una persona a la que no había visto desde hacía ochenta y nueve años. Si es que podía llamársele persona. Pero tenía algo bastante claro, y es que no llevaba casi noventa años chupando la sangre a todo tipo de seres humanos para ahora dejarse achantar por uno que ni siquiera era de verdad.
—Entonces no me dejas más remedio.
Hizo un salto sobrehumano y calló sobre él con los pies sobre su pecho, tirándole sobre las vías del tren. El reflejo hizo un rápido movimiento con las piernas y le golpeó los tobillos, lazándolo también al suelo. Bernard giró sobre su propio cuerpo y agarró las muñecas del relejo, inmovilizándoselas.
La pelea continuó sin que pareciese haber un claro ganador. Giraban sobre sí mismos, se daban puñetazos y patadas. Entre tanto alboroto no oyeron llegar al tren, que con un enorme estruendo les embistió a los dos y les lanzó contra el muro de un edificio.
Bernard se levantó, dolorido, destrozado en gran parte. Esperó unos segundos mientras su piel cicatrizaba todas sus heridas y se recolocó los huesos desencajados. Mientras, observó como el reflejo, inconsciente, regeneraba también sus heridas.
Bueno, era la hora de terminar con todo aquello. No sabía si el reflejo estaba muerto o no, no lo creía por la forma en que seguía cerrando sus heridas, pero él había salido a buscar una víctima y cualquier le valía.
Abrió la boca todo lo que pudo, dejando a la vista unos larguísimos colmillos, y los clavó en el cuello del que había sido su contrincante aquella noche. Sorbió, pero no consiguió extraer nada. Desconcertado y asustado a la vez, de pronto oyó una voz.
—Yo tampoco tengo sangre, vampiro inútil.
Lo último que vio antes de caer en la oscuridad fue un enorme cenicero dirigiéndose directamente hacia su cara.

Cuando despertó, se encontró completamente atado a una silla, en su propia casa. Intentó desatarse frenéticamente pero no lo consiguió. Le habían hecho un nudo demasiado fuerte para él. Gritó de frustración. Por el silencio, dedujo que no había nadie en la casa.
Una media hora después, oyó abrirse la puerta, y vio al reflejo entrar con algo de madera, de enormes dimensiones. No había en él signo alguno de que hubiese peleado aquella noche con un vampiro.
—Vaya, veo que ya te has despertado.
Bernard guardó silencio.
—Y también veo que ahora no me hablas. En fin, acabemos con todo esto.
Introdujo en la habitación el armatoste, el cual resultó ser un espejo de cuerpo entero que en aquel momento reflejaba todo lo que había en la habitación excepto a sus dos habitantes.
—Tú tampoco tienes reflejo.
—Yo soy un reflejo. El tuyo, concretamente. Pero tranquilo, que eso va a cambiar pronto.
Arrastró la silla en la que estaba atado el vampiro y le colocó de espaldas al espejo.
Bernard miró a los ojos a su reflejo, y por primera vez descubrió que el odio de su mirada no se debía a la ira si no al dolor.
—¿Por qué me haces esto? —Le preguntó brevemente.
—¿Por qué? ¿Me preguntas por qué? Tu no tienes ni idea de lo que he estado pasando hasta ahora. No tienes ni puta idea de lo que supone ser el reflejo de alguien que no puede reflejarse.
El reflejo se dio la vuelta, tal vez para evitar descubriese que estaba llorando de rabia, aunque eso resultase evidente. La rabia también se estaba apoderando de Bernard.
—¿Y tengo yo la culpa de eso? ¿Acaso elegí yo ser un vampiro? ¿Te parece que es fácil vivir temiendo la luz del sol? ¿Temiendo ser descubierto? ¿Evitando los espejos y anhelando mojar mi lengua con la sangre de los demás?
El reflejo se dio la vuelta y le dio un puñetazo en el costado, gritando.
—No te atrevas justificarte. No te atrevas a insinuar que te importaban las personas a las que maldecías con tu propia maldición, por que ambos sabemos que no es así. Si tan difícil es la vida de vampiro, podrías haberte suicidado en vez de haber condenado a... ¿Cuántos? ¿Una persona cada dos semanas?
—La vida del vampiro no es fácil. Es supervivencia.
—Yo en cambio llevo noventa años condenado a un limbo de la no vida. ¿Sabes qué? Poca gente sabe que los reflejos existimos como especie. Es cierto que nosotros estamos subordinados a aparecer solamente cuando alguien se mira en un espejo, o se asoma a un lago, pero es nuestra vida y nos gusta, y somos así desde que fuimos creados. Y de pronto aparecisteis los vampiros, condenados vosotros, condenando a todas las demás especies a vuestra maldición y condenándonos a nosotros a no existir. ¿Hablas de supervivencia? Por lo menos tú tenías una vida en la que sobrevivir.
Bernard se removió en su silla y empezó a reirse.
—Un discurso precioso, pero ¿sabes?, No me das ninguna pena. ¿Quién te crees que eres para hablar de ser buena persona si ahora has venido aquí a matarme?
El reflejo se encaró al vampiro. En su rostro todavía quedaban restos de las lágrimas, pero en cambio ahora reía desquiciado.
—Pero Bernard... dime. ¿Quién ha hablado de buenas personas? ¿Quién ha hablado de matar a nadie?
El vampiro miró al reflejo sin entender, con creciente temor.
—¿Qué me vas a hacer?
—Nada demasiado grave. Resulta que los reflejos hemos descubierto recientemente una manera de entrar y salir de los cristales y los espejos hacia el mundo real. Y esta noche he salido y me ha sentado bien. No voy a cometer el mismo error que tú, Bernie, y no voy a condenarte a la no vida.
Se irguió sobre sí mismo, cuan alto era, con la media sonrisa más tétrica que Bernard hubiese visto nunca.
—He decidido que yo seré Bernard. Un Bernard mejor, que no tiene necesidad de beber sangre ni de morder a ningún inocente. No te preocupes, te prometo que nos veremos mucho, reflejo mío.
Y mientras el vampiro gritaba, Bernard, el nuevo Bernard, empujó la silla con la bota, la cual cayó hacia atrás atravesando la sólida superficie del espejo.

Al otro lado, el vampiro se sintió libre. Ya no había silla ni cuerdas que le atasen. Observó al que antes fuera su reflejo a través de una ventana de cuerpo entero. La bordeó y observó que se movía por una realidad cálida y confortable, llena de pequeñas ventanas y agujeros a través de los cuales podía mirar la realidad. Vio a otras personas por allí, paseando o asomándose a otros espejos. En ninguno de ellos pudo oler el olor de la sangre. Su ansiedad comenzó a ir en aumento, hacía casi diez días que no probaba la sangre y cada vez le hacía más falta.
Volvió al espejo de cuerpo entero por el que había entrado y a través de él observó a Bernard, que caminaba por la habitación satisfecho de sí mismo, preparándose para salir. Aporreó el cristal para llamar su atención. El nuevo Bernard se dio la vuelta.
—Se supone que tienes que hacer todo lo que yo haga, pero bueno, ya le irás cogiendo el truquillo. Cuando no haya espejos cerca puedes relacionarte con los demás reflejos. Aunque es posible que no les caigas muy bien, por eso de ser un vampiro.
—Déjame salir de aquí. Te prometo que...
Bernard vagaba por la habitación sin hacerle mucho caso, distraído.
—¿Qué me prometes?¿Qué no convertirás a nadie más? No me hagas reír...
El vampiro, ahora también reflejo, comenzó a aporrear el cristal con ansiedad. Cuanto más tiempo pasaba, más sentía el mono y anhelaba morder a alguien.
—Necesito salir. Por favor, necesito sangre.
—Ya. Bueno —dijo Bernard mientras abría la puerta de la habitación—. ¿Sabes? Yo necesitaba vivir.
Y con un portazo le dejó sólo en la oscuridad.
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  Eledhwen Mar Jul 22, 2008 12:34 pm

Muy bueno victormo, me ha gustado mucho Wink

El otro día descubrí una especie de fanzine de relatos cortos, donde se pueden enviar obras, especialmente de terror y ciencia ficción; leyendo ahora tu relato me he acordado... lo buscaré y postearé la dirección para que lo envíes si quieres Smile
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  victormo Mar Jul 22, 2008 3:27 pm

Eledhwen escribió:Muy bueno victormo, me ha gustado mucho Wink

El otro día descubrí una especie de fanzine de relatos cortos, donde se pueden enviar obras, especialmente de terror y ciencia ficción; leyendo ahora tu relato me he acordado... lo buscaré y postearé la dirección para que lo envíes si quieres Smile

Mola! Me alegro de que te haya gustado. Lo de la revista te lo agradecería, por que estaba pensando en enviar algo a alguna revista de todas las formas, pero si es a nivel nacional, pues mejor Very Happy .

Saludos!
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Mensaje  Vanexa Lane Mar Jul 22, 2008 8:58 pm

¿Eres el Stephen King del foro? Porque a mí me lo parece. Shocked Shocked Shocked
Haz caso a Eled, merece muchísimo la pena lo que escribes. Y si no es mucho pedir, no tardes demasiado en volver a escribir. Razz
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  victormo Mar Jul 22, 2008 10:09 pm

Vanexa Lane escribió:¿Eres el Stephen King del foro? Porque a mí me lo parece. Shocked Shocked Shocked
Haz caso a Eled, merece muchísimo la pena lo que escribes. Y si no es mucho pedir, no tardes demasiado en volver a escribir. Razz

Halaaaaaa, creo que exageras Embarassed Embarassed Embarassed

Pero muchas gracias de todas las formas, a ver si escribo algo nuevo pronto (bueno, algo estoy escribiendo, pero es una novelilla que tengo intención de mandar a editoriales a ver si suena la flauta, que no creo).

Saludos!
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  Eledhwen Miér Jul 23, 2008 12:51 am

victormo escribió:
Vanexa Lane escribió:¿Eres el Stephen King del foro? Porque a mí me lo parece. Shocked Shocked Shocked
Haz caso a Eled, merece muchísimo la pena lo que escribes. Y si no es mucho pedir, no tardes demasiado en volver a escribir. Razz

Halaaaaaa, creo que exageras Embarassed Embarassed Embarassed

Pero muchas gracias de todas las formas, a ver si escribo algo nuevo pronto (bueno, algo estoy escribiendo, pero es una novelilla que tengo intención de mandar a editoriales a ver si suena la flauta, que no creo).

Saludos!

Pues no creo que sea exagerado... si mandas tu novela seguro que tienes suerte Wink Esta claro que siempre hay cosas por pulir y mejorar, y más con vistas a publicar, pero creo sinceramente que tienes talento de sobra para ello cheers

Te miraré lo de la revista en cuanto vuelva al trabajo Wink
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Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo. Empty Re: Relatos cortos (por victormo) Último relato: Nuestro mundo.

Mensaje  victormo Sáb Ago 30, 2008 9:12 pm

Pues añado una nuevo, escrito ayer tras una noche de insomio... espero que os guste! What a Face

NOCHE NEGRA

Son las nueve de la noche de un miércoles cualquiera de septiembre. Es la hora en que la gente, después de pasar la jornada aislada en su ajetreada vida, en sus trabajos, en sus preocupaciones, en sus quehaceres diarios, en los problemas que más tarde no les dejarán dormir, se sienta por fin a la mesa y enciende la televisión para poner los informativos. Lo cierto es que gran parte de la gente no las mira para estar informados, ni siquiera por interés o por morbo. Las miran por que de esa forma pueden sentirse a salvo, por que las desgracias de los demás nos sumergen en un espejismo de seguridad, de desgracias que siempre suceden a los demás y que nunca nos tocarán vivir. Les ayudan a reafirmar la cotidianeidad de sus tribulaciones y a seguir adelante un día más. Por que en el fondo, hay gente que lo está pasando mucho peor que ellos.
En el antiguo inmueble de pisos de la calle Pamplona número 7 hoy nadie está viendo las noticias.
Algunos de ellos tienen problemas demasiado serios como para que estas alivien sus pesares, otros son demasiado felices como para necesitar ese alivio y algunos de ellos desearían que sus propios problemas no les impidiesen realizar la rutina de escuchar la voz seria del presentador, contando que hay gente más desgraciada. Ninguno de sus habitantes está escuchando noticias sobre muertos en accidentes de avión para acordarse repentinamente de aquel amigo con quien hace años que no habla. Nadie está esperando a oír hablar sobre el hambre en el mundo para poner cara de pena y seguir comiendo su filete. Pero sobre todo, ninguno de ellos sospecha que mañana ellos serán la noticia, que algunos de ellos serán héroes y que otros de ellos nunca verán amanecer de nuevo.

Ana conduce con su coche por la carretera que le lleva a su barrio. Lleva todo el día buscando trabajo, echando currículum en varias empresas y perdiendo el tiempo. Tiene las lágrimas a flor de piel. A sus cuarenta y seis años, viuda y sin estudios, no es fácil encontrar alguien que le de un empleo con el que poder pagar la hipoteca de su casa. Sabe que necesita ese trabajo urgentemente por que pronto podrían expropiarle, y no puede permitirse dejar a sus dos hijos en la calle. Piensa en sus hijos, en

Jorge, que es demasiado pequeño como para comprender nada de lo que está pasando en su familia. Desde que su padre murió pasa mucho tiempo solo, su madre está todo el día fuera trabajando. Cuando viene a casa por las noches nunca tiene mucho tiempo para él. Sabe que su madre está triste por algo, pero desde que papá murió su madre ha estado siempre muy triste. Ahora mismo está haciendo zapping en la televisión. Su hermana apenas le ha hablado en todo el día. Le ha puesto la cena, un huevo frito, y después se ha encerrado en su habitación. Normalmente Marta pasa mucho tiempo con él para compensar la ausencia de su madre, pero Jorge se ha enterado a escondidas de que le ha pasado algo con un chico. Las cosas de mayores son un rollo, piensa él. ¿Cómo podría ser bueno algo que haga que

Marta lleve media hora llorando en su cuarto? Agarrada a un cojín, mira la foto de Omar entre lágrimas. No entiende como después de tres meses saliendo ha podido dejarla. Esta tarde en la universidad le ha dicho que necesitaba libertad y que se estaba agobiando. En un grito de rabia, arruga la foto y sale a beber un vaso de agua. Su hermano la mira desde la televisión, donde está viendo una película seguramente no apropiada para él. Intenta disimular los restos de las lágrimas y mientras llena el vaso en el fregadero, ve por la ventana a

la señora Delfina, que le sonríe tímidamente, esperando que no haya notado nada. Sale de su cocina y se dirige lentamente hacia el salón, donde se sienta, agarrando la fotografía de su marido. Desde que murió tres meses atrás se siente muy sola. Sus hijos viven lejos y nadie parece hacerse cargo de ella. Ana, su vecina de enfrente, ya no parece tener tiempo de hacerle compañía. Delfina es muy religiosa, y a sus setenta y tres años ha decidido que es tiempo de pasar a mejor vida y reencontrarse con el hombre que la acompañó por siempre. Por ello ha cerrado meticulosamente todo su hogar y ha dejado encendido el gas. Nunca ha sido una mujer con mucha cultura, pero según tiene entendido, la muerte por inhalación de gas es una de las muertes más dulces. Deja la foto de su marido en la mesita que hay delante de ella y procede a dormir eternamente. Mientras tanto, sonríe escuchando a sus vecinos de abajo

Daniel y María, que acaban de casarse y llevan una semana prácticamente sin salir de casa, como si no hubiese mañana. Están haciendo el amor por cuarta vez ese día, y nada puede perturbar su felicidad. Entre risas, esperan no estar molestando demasiado a

Carmen. Pero Carmen tiene muchas cosas en que pensar como para pararse a escuchar el amor que sus vecinos de enfrente se profesan. Le ha dicho a su marido que le abandona. No ha tenido suficiente valor como para decírselo a la cara, por lo que le ha dejado un mensaje en el móvil. Está guardando a todo correr las cosas imprescindibles en una maleta. Si nada sale mal, él no podrá regresar del trabajo hasta dentro de tres horas, por lo que tiene tiempo de sobra para escapar. Escucha un ruido en el portal, y teme que sea él. No tiene lógica, pero su temor es mayor que su razón. Corre a echar una ojeada temerosa por la mirilla, rezando por que su marido siga muy lejos de ella. Por suerte

sólo es Álvaro, el vecino del ático, que sube tres tramos de escaleras saltando los escalones de dos en dos, pensando en lo que lleva en el bolsillo interior de su chaqueta. Entra en casa y casi inmediatamente empieza a meterse. Lleva años enganchado a la heroína y ahora mismo es lo único que le queda en la vida. Sus padres han dejado de hablarle y su novia le ha abandonado. Ya apenas ve a sus amigos, a los que sólo acude cuando necesita dinero. Cada vez está más distanciado de ellos, y cada día es más adicto a olvidar sus problemas. Pero esta noche es diferente. Ha pasado media hora desde que ha entrado en su casa y ahora ve la vida desde dentro de su tumba. Tumbado en las baldosas del cuarto de baño, boca arriba, está muriendo por sobredosis. Aunque no lo sabe, hoy es su día de suerte, por que

Delfina ha olvidado apagar la vela que puso en la entrada a otra foto de su marido, y el gas produce una explosión que la mata al instante,

hundiendo su piso sobre el de Daniel y María,

haciendo que Álvaro, junto con media fachada derecha del edificio, vuele por los aires, y milagrosamente aterrice vivo,

derribando la pared del salón sobre Jorge

y sobre Marta.

Carmen se levanta del suelo. Su piso no ha quedado nada destrozado en comparación con los demás, pero todos sus muebles están derribados y ha perdido la audición por el oído derecho. Abre la puerta que da al portal y no ve más que humo y polvo. Llama al piso de en frente pero nadie contesta. La puerta cae de sus goznes y observa que el piso de los recién casados es un caos de escombros. Los llama a gritos y nadie contesta. Vuelve a su casa, aturdida, llorando. Sabe que debe llamar a los bomberos, pero tiene miedo de que todo salga mal, de que la mate. Finalmente, decide hacer lo correcto y llama. Encuentra la maleta echa pedazos bajo un armario y decide irse con lo puesto. Sale a la calle, donde los vecinos de las casas de al lado comienzan a salir, horrorizados y atónitos. Un coche llega derrapando y

de él baja Ana, la cual tiene la mano en la boca como si no pudiera despegarla de allí. Siente a la gente alrededor y de pronto todo comienza a tornarse borroso. Son las lágrimas, que por fin salen de verdad, y cuando su mano se separa de la boca de ella sale un grito histérico. Intenta entrar en el piso. Nota que

Carmen se lo impide, le dice que tiene no puede entrar en el edificio en esas condiciones y la encamina hacia las primeras ambulancias, que llegan desde el centro de salud que hay al final de la calle, alertadas por el sonido de la explosión. La deja con una socorrista y le intenta tranquilizar diciéndole que

los bomberos están en camino. Germán siente que es el peor día en que le podría haber sucedido esto, pero al fin y al cabo, ¿Cuándo es un buen día para una explosión? No sabe las causas de lo ocurrido, podría haber sido un atentado terrorista, o también podría haber sido... No, eso no. Aparta esos pensamientos de la cabeza y sigue conduciendo. Cuando llega, diez minutos después, ve que la policía ha empezado a apartar a la multitud. En cuanto se fija en el inmueble, lo primero que ve es que los médicos han

encontrado a Álvaro entre un montón de escombros. Está vivo, pero no consiguen hacer que reaccione a ningún estímulo. Pronto observan la goma que aprieta su brazo y deducen que se estaba drogando. Dos minutos después una ambulancia se lo lleva al hospital de urgencia, pero los socorristas no tienen descanso por que ven

a Daniel saliendo, desnudo, sangrando y magullado de arriba abajo, con el cadáver de María en brazos. Pero nada de eso le importa. No ve nada, camina como un autómata, oye ligeros murmullos a su alrededor, pero tal vez por sus destrozados tímpanos o tal vez por que no le importa, avanza ignorando a todo el mundo hasta llegar al descampado que hay enfrente de su casa. Apoya a su mujer en el suelo. Le falta un brazo y parte del torso, pero su cara parece estar intacta. Empuja a alguien para que se aleje, se inclina sobre su esposa y le besa en los labios. Alguien le dice que debe acompañarle hasta una ambulancia, pero él se resiste a soltar a su mujer. Después de unos segundos o tal vez varias horas, Rompe a llorar desconsoladamente, y esta vez le da igual que Ana se incline sobre él y

le abrace por detrás, llorando también, rezando por que sus hijos hayan corrido más suerte que su vecina, y dando lo único que le queda a alguien que tal vez lo necesite más que ella. Levanta la mirada y ve a Omar, el novio de su hija

corriendo hacia ella. Por la cara de Ana, deduce que si no ha encontrado a Marta por ningún sitio es por que no ha salido del edificio. En un acopio de valor, sale corriendo hacia el portal y consigue burlar el cordón policial, quienes hacen un intento vano por detenerle. Sube por las ruinosas escaleras hasta el segundo piso, cruzándose con un bombero que le corta el paso. Forcejea con él y le grita, y de pronto ve, a través de un inmenso boquete en la pared cómo

Marta se levanta, recuperando la conciencia. Tiene una fea herida en la cabeza, pero lo que más le importa en ese momento es su hermano. Grita su nombre a pleno pulmón, pero los bomberos insisten en sacarle del edificio. Ve a Omar, que la abraza y le repite cientos de veces que todo va a salir bien, que encontrarán a su hermano, que la quiere y que nunca va a volver a abandonarla. Agarrada a él, es evacuada del edificio. Sólo le suelta cuando ve a su madre,

quien deja momentáneamente a su vecino para abrazar a su hija, inmensa de alegría por volver a verla, y con el corazón lleno de dolor por no ver con ella a su hijo. Le pregunta por él, y su hija

le responde entre lágrimas que cuando ocurrió todo su hermano quedó aplastado por una pared.

Esta vez, es Daniel quien se levanta y le consuela agarrando la mano de

Ana, quien tiene el alma encogida en su interior, y sólo puede pensar en que su hijo esté

vivo. Germán acaba de comprobar las constantes vitales del niño

que en esos momentos vive en un mundo de semi-inconsciencia, en un limbo en el que nota como es arrastrado en brazos de alguien. Cuando comienza a espabilar, siente que lo dejan en el suelo, observa a una mujer que se acerca,

y Carmen le dice a su marido que es hora de que las cosas cambien, que nunca volverá a pegarle, que ya no tiene miedo.

Germán es cogido totalmente por sorpresa, y cae después de que su mujer le golpee en la nuca con una vara de hierro.

Carmen sabía que el plan tenía muchas lagunas, pero de nuevo la suerte actuará decisivamente esa noche, y un montón de escombros cae sobre

Germán, que muere en ese momento.

Jorge coge la mano que le tiende su vecina

quien le susurra entre lágrimas que el hombre malo ha muerto, y cuando sale a la calle, es recibida como la mujer que salvó al pequeño.

Al día siguiente, un jueves cualquiera de septiembre, todos los supervivientes del inmueble de la calle Pamplona número 7 ven las noticias, pero sólo uno de ellos tiene algo por lo que sentirse miserable.

Ana, en el hotel que les paga el gobierno, las ve pensando en el dinero que le va a pagar el seguro, pues su hijos ya no tendrán que vivir en la calle. Carmen siente que con la demolición de su piso también están demoliendo su esclavitud. Marta observa la televisión sin ver, agarrando de la mano a su hermano y la de Omar, que no se ha separado ni un minuto de ella. Jorge ha visto morir al hombre malo y a su manera inocente, sabe que los problemas han terminado. Álvaro, por su parte, las ve desde el hospital donde se ha apuntado a rehabilitación, acompañado con su madre y su padre, quienes han decidido darle una nueva oportunidad.

Daniel, el único que verdaderamente ha salido perdiendo aquella noche, llora en la habitación del hospital donde se recupera de sus heridas. Nota como le miran todos los médicos y enfermeras que pasan por su lado. Es la cara que pone la gente cuando ve las noticias, descubriendo momentáneamente que sus problemas son inferiores a los de los demás, sabiendo que ellos nunca serán víctimas de tragedias de ese calibre, preparándose para olvidarse de él al doblar la esquina y quizás, sin saberlo, preparándose para vivir sus propias noches negras.
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Mensaje  Vanexa Lane Dom Ago 31, 2008 5:23 pm

:pop:
Siempre es un placer leer estos relatos, eh.

Me he hecho un poco lío con la historia de Germán y Carmen, pero al final creo que me he enterado. Embarassed Y estoy de acuerdo con que el peor final es para Daniel.
Respecto a ver las noticias por esos motivos... No sé si alguna gente lo hace con ese motivo, pero sí es verdad aunque suene cruel que las noticias de tragedias las acabamos olvidando instantes después de escucharlas (no siempre, pero la gran mayoría sí).
Por cierto, se quedan unos espacios muy raros en el relato después de algunas comas.
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Mensaje  Eledhwen Dom Ago 31, 2008 6:12 pm

:bravo: :bravo: Siempre es un placer leerte victormo, y más cuando nos sorprendes cambiando tu habitual género "fantástico", pero un mundo mucho más cotidiado.

Te vuelvo a decir lo de siempre, no dejes nunca de escribir porque eres increíble, y muévete porque estoy segura que alguien sabrá apreciar tu talento como mereces.

Ahora, si me permites y porque soy muy puntillosa Embarassed , puedo hacerte una puntualización?? Desde mediados de los 90, el sistema de Gas Natural en España se cambió, de modo que a pesar de seguir siendo tóxico si se inhala, no es explosivo study (se hizo para evitar estos suicidios en los que acaba muriendo gente sin culpa). Tal vez, estaría bien retocar la historia: por ejemplo, podrías puntualizar que se trata de una bombona de butano, o algo sí, que evidentemente sí es inflamable.

Pero ya te digo, so cosas mías Razz

Y una vez más: :bravo:
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Mensaje  victormo Dom Ago 31, 2008 8:51 pm

Eledhwen escribió:Ahora, si me permites y porque soy muy puntillosa Embarassed , puedo hacerte una puntualización?? Desde mediados de los 90, el sistema de Gas Natural en España se cambió, de modo que a pesar de seguir siendo tóxico si se inhala, no es explosivo study (se hizo para evitar estos suicidios en los que acaba muriendo gente sin culpa). Tal vez, estaría bien retocar la historia: por ejemplo, podrías puntualizar que se trata de una bombona de butano, o algo sí, que evidentemente sí es inflamable.

OWNED!!!! affraid Lo cierto es que siendo todavía más puntillosos, ni se dice que tipi de gas es ni el año en el que viven los protagonistas. Pero sí, es evidente que me refería a la época actual, así que es un fallo como un piano (aunque me deja muy tranquilo saber que si me dejo abierto el gas no causaré un incendio XD). No obstante no voy a cambiarlo aquí por que así me recuerdo a mí mismo que tengo que contrastar las cosas antes de ponerlas, y por que tu mensaje y el mío perderían el sentido.

En cuanto a

Vanexa Lane escribió:Me he hecho un poco lío con la historia de Germán y Carmen, pero al final creo que me he enterado.

¿Queda confuso al final? A mi me dio la impresión de que no, pero claro, yo soy el que conoce la historia por lo que tal vez sí que sea lioso y no me di cuenta... Se supone que
Spoiler:
Espero que tú o Eledhwen me aclaréis si realmente se entiende así o no, para reescribirlo, por que siempre he sido de la opinión de que si algo no se entiende sin explicaciones el autor es por que está mal escrito... pale
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Mensaje  Eledhwen Dom Ago 31, 2008 10:58 pm

Owned para mi victormo, es verdad que no mencionas en qué año se centra la acción Embarassed

Respecto a lo que preguntas, yo sí entendí la historia de Carmen y Germán, excepto una cosa: no sabía que era bombero Embarassed Eso o no lo he pillado o no queda muy claro Rolling Eyes De todos modos, sabiéndolo ahora deja que me lo relea a ver qué tal. Eso sí, la parte de los malos tratos, la venganza de la mujer y eso, para mi gusto queda claro Wink

Aix, cómo me gusta lo que escribes :love:
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Mensaje  Vanexa Lane Lun Sep 01, 2008 2:30 am

Eled, muchas gracias por la aclaración. Yo también me quedo más tranquila. Razz

Y victormo, yo sí había entendido que Germán la maltrataba, de lo que no tenía ni idea era de que era bombero, pero la verdad que diciéndome esto me aclaras muchas cosas, como que ella no quisiera llamar cuando ocurrió todo eso. A lo mejor deberías mencionar algo de su profesión al principio, pero por lo demás queda todo claro. Smile
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Mensaje  Eledhwen Lun Sep 01, 2008 11:46 pm

Vanexa Lane escribió: de lo que no tenía ni idea era de que era bombero, pero la verdad que diciéndome esto me aclaras muchas cosas, como que ella no quisiera llamar

Es el justo el punto que yo más veo necesario de aclaración victormo. Al leerlo, entendí que no quería llamar para no perder tiempo y que su marido llegara a casa o, que sé yo, que se enterara del incendio y acudiera y ella todavía estuviera allí, pero no pensé para nada que él fuera bombero Surprised
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Mensaje  victormo Lun Dic 15, 2008 4:48 pm

ÉPICA

Tal vez hayáis oído hablar de Épica. Dicen que hay gente que desde muy pequeños son capaces de viajar a Épica y volver. Se han oído historias de gente que fue y nunca supo como volver, y por supuesto, estas historias son ciertas.
La mayoría de la gente nunca la llega a ver. Viven su infancia entre la tenue línea que separa Épica del mundo real sin ser conscientes de que está allí y cuando crecen van separándose más y más de ella.
Desde que nací, tengo la capacidad de entrar y salir de ese fantástico mundo a placer. Recuerdo cuando era pequeño y me refugiaba allí cuando había hecho algo malo y no quería que mis padres me encontrasen. Allí hice muchísimos amigos: caballeros errantes, gnomos, criaturas fantásticas. Visité lugares que tal vez tú no podrías alcanzar ni con tu imaginación.
Con el tiempo, por supuesto, he dejado de entrar tan asiduamente como lo hacía cuando era pequeño. Ser capaz de entrar a ese fantástico mundo conlleva la responsabilidad de no olvidarte del mundo real. Épica puede ser el mejor lugar del mundo, o mejor dicho, de todos los mundos, pero también es una trampa para la gente con poca voluntad.
En la vida real tengo a mi familia, amigos y mi trabajo, y eso puede ser tan maravilloso y gratificante como ayudar a una aldea a librarse del malvado conjuro que no les permite vivir en paz.
Hoy hace más de un año que no he viajado a Épica, y comienzo a echarlo de menos. Creo que voy a entrar.

Cuando entro a Épica sin pensar en un lugar concreto, nunca se dónde voy a aparecer, pero siempre se que será un lugar como sacado de un sueño. Hoy, cuando he abierto los ojos, he aparecido en un sendero de dorada arena, iluminado por un sol radiante. A izquierda y derecha, estatuas de todas las formas y tamaños me observan pasar, inertes. ¿Qué lugar será este? Desde luego, no es la primera vez que me lo pregunto. Camino observando a izquierda y derecha todas y cada una de las figuras. Hombres y mujeres, animales, criaturas, bestias que seguro que son legendarias ¿A dónde llevará este camino? Sigo caminando, pero parece que el sendero continúa y continúa y no me lleva a ningún lugar.
De pronto, aparece. No es la estatua más grande, ni es de otro color, pero para mí es distinta. Es la estatua de una mujer alada, un hada de proporciones perfectas. Pero no es eso lo que me conmociona, ni lo que hace que las lágrimas luchen por caer por mis mejillas.
Es su cara, es ella. Es la mujer de la que llevo enamorado platónicamente desde mi adolescencia. Ella vivía en un portal de la acera de enfrente, ni siquiera se en qué piso, y yo la miraba todos los días, medio en secreto, hacer las compras, pasear al perro, charlar con sus amigas, demasiado tímido como para atreverme a decirle nada.
Ahí está, y el tiempo no parece haber hecho mella en su belleza. Pero su rostro de piedra muestra tanto horror que la roca casi parece desprender gritos de socorro. Siento ganas de abrazarla, de consolarla, y en el fondo se que sólo es un montón de piedra.
Pero es más, y tengo que hacer algo. Sin saber muy bien por qué, desesperado, la beso en los labios.

Varios días después, ella y yo estamos tumbados desnudos en la cama después de haber pasado toda la noche sin dormir. Todavía no termino de creerme lo que está pasando. Hasta esta semana, nunca hubiera pensado que se pudiera sacar a una criatura como es un hada del mundo de Épica. No se muy bien que hacer con ella, pero por ahora estamos escondidos en mi piso, y estamos bien.
Veo que se empieza a quedar dormida, y le acaricio las alas con cariño. Siento en mis dedos el tacto ligeramente peludo de estas, como las alas de una mariposa, tan fuertes y tan frágiles a la vez.
Ella vuelve a despertarse al sentir mis manos, me mira y sonríe.
—¿En qué piensas?
—En nada, en que ahora tú y yo podríamos estar...
—No pienses en eso.
Ella y yo habíamos escapado por los pelos de su mundo. Cuando la desperté, me dijo horrorizada que huyese, me cogió la mano y empezó a correr en la dirección contraria a la que yo estaba avanzando, arrastrándome con ella.
En mi casa, más tranquilos, me había explicado que al final de aquel camino estaba el castillo de un poderoso y cascarrabias mago que convertía en estatua a todo aquel que no era capaz de resolver un complicado acertijo.
—Lo curioso es que sólo se puede despertar de ese hechizo con un beso de amor verdadero —continuó, mirándome suspicaz—. ¿Cómo es posible que estés enamorado de mí si no me conoces de nada?
No supe muy bien que contestarle en ese momento, me sentí avergonzado como un niño al que han pillado robando del tarro de los caramelos. Ahora, mientras sigo acariciando su cuerpo en la cama, creo conocer la respuesta.
—Sí que se por qué te besé.
Ella vuelve a abrir los ojos y me mira, curiosa, esperando la respuesta.
—Porque de algún modo ya te conocía antes de verte allí convertida en piedra. Y de algún modo, ya estaba enamorado de ti desde antes de conocerte.
—Sí, ese es el tipo de cosas que siempre pasa en Épica. Allí incluso las cosas más inverosímiles pueden hacerse realidad.
—¿Y tú?
—¿Y yo qué?
—¿Por qué me devolviste el beso cuando llegamos a casa? No me conocías de nada, ni siquiera intuitivamente, no hubo un destino de por medio. De hecho tu eres hermosa y yo soy... tan poca cosa. Tú te mereces un príncipe azul.
Ella se incorpora en la cama, y me acaricia la cara, dulcemente. Es una de las mejores sensaciones que he vivido nunca.
—¿De qué me sirve reinar en un país enorme cuando puedo ser reina de un corazón correspondido?

Esta noche hemos decidido volver a Épica. Estamos en un enorme pantano, viajando en una canoa con una enorme luna verde en el horizonte. Hemos llegado hasta una pequeña islita con un árbol de flores violetas, y nos tumbamos a mirar las constelaciones, más brillantes y hermosas, como nunca se verán en el mundo real.
—¿Ves aquella estrella?
—¿Cuál, la que se ve justo al lado de aquella rama?
—No, aquella otra, la que está en aquella constelación triangular. ¿No crees que es la más brillante de todo este universo?
—Sí, puede ser.
—Pues a partir de ahora es tuya. Te la regalo.
—Pues te ha salido barato el regalo, pedazo de tacaño.
—¡Oye! ¡Que sólo intentaba ser romántico!
Ella se echa a reír y rodamos hasta la orilla del trozo de tierra donde estamos. Nos molamos las ropas pero no nos importa, y nos besamos bajo la atenta mirada de su estrella.
—Muchas gracias.
—De nada. Tenías razón, la verdad es que me ha salido barato.
—No me refiero a eso. Muchas gracias por salvarme del mago, no te lo había agradecido hasta ahora.
Me coge la mano.
—Te aseguro que yo me he sentido completamente recompensado.
Apoya la cabeza sobre mi hombro y se queda mirando la luna fijamente.
—¿No te parece hermosa?
—¿La luna?
—Sí. ¿Sabes una cosa? En el mundo real, los insectos van siempre hacia las farolas por que la confunden con la luz de la luna. A nosotras, las hadas, nos pasa algo parecido.
—¿En qué sentido?—Mientras habla, le acaricio el pelo.
—Bueno, no sabría exactamente como explicártelo. Nosotras, las hadas, pertenecemos a la luna de algún modo, y es quien guía nuestra existencia. Es lo que vosotros entenderíais como vuestro dios. La luna es más o menos nuestra diosa, y toda nuestra vida anhelamos poder alcanzarla. Es... no se, algo así como la promesa de un mundo mejor.
—¿Podría haber un mundo mejor que aquel en el que tú y yo estemos juntos?
De pronto dejó de mirar a la luna y me miró a los ojos. Sonrió, pero en sus ojos se dibujó una profunda tristeza.
—Por supuesto que no.

Me despierto y veo que estoy sólo en la cama. La busco y la encuentro en el sofá, llorando.
—Cariño, ¿qué te pasa?
Me mira e intenta limpiar sus lágrimas. Verla llorar es la imagen más hermosa y aterradora que he visto en mi vida.
—Por favor, háblame.
—No es nada, sólo que... te quiero tanto.
Le abrazo, y siento que no está cómoda cuando yo le toco. Me aparto de ella.
—¿Qué ocurre?
—No se como decírtelo. Mi amor, yo... estoy muriéndome.
Siento como mi corazón estalla en pedazos de dolor.
—¿Cómo que te estás muriendo?
—Es este mundo. Hay mucha contaminación, no hay árboles que traspiren vida. Estar aquí me está matando poco a poco. Mis alas ya no funcionan, no sostienen mi peso.
—Entonces volvamos a Épica. Me iré a vivir allí contigo, te podrás bien, ya lo verás.
—No.
—¿Por qué no?
Me limpia las lágrimas con la punta de sus dedos y me siento reconfortado.
—Es irreversible, moriré de todas las formas.
—Pero allí vivirás mucho más tiempo que aquí.
—Pero si nos marchamos a vivir allí, llegará un momento en que no podrás regresar.
—Tal vez no quiera regresar.
—¿Y qué pasa con tu familia?¿Cuándo hace que no les llamas?¿Y tus amigos?¿Realmente merece la pena dejar tu vida por mí?
—Por supuesto. ¿Acaso no dejaste tú tu vida por mí?
Ella se apartó de mí.
—¿Y qué me quedaba a mí allí? Llevaba siglos petrificada, todos mis seres queridos estaban muertos.
—Pero tenías la luna.
—También la tengo aquí, y también te tengo a ti.
—No, yo no valgo tu vida.
—Yo elegiré qué vale y qué no vale mi vida. Estoy condenada, quiero vivir mi condena contigo.

Ha pasado un mes desde que me enterase que ella está muriendo. Ya no puede casi ni levantarse de la cama. Ella insiste a diario en que vuelva a mi vida normal, en que no me quede en casa con ella, pero no me atrevo. No sabe que he perdido mi trabajo. Mi familia me llama por teléfono por que están preocupados por mí, pero yo insisto en que estoy bien.

—¿Por qué lloras?
—Por que te veo morir.
—Pero soy feliz.
—Deberíamos haber ido a Épica otra vez.
—No empieces de nuevo. No tengo fuerzas para discutir. Bésame.
La beso entre lágrimas, y noto que sus labios están más secos de lo normal, como una flor que se marchita.
—Pronto veré la luna.
—No digas eso, por favor.
—¿Me prometes una cosa?
—Lo que quieras.
—Entiérrame bajo el árbol más grande que encuentres.
La miro sin saber que decir.
—Por favor...
—Te lo prometo.
La beso de nuevo en los labios y ella sonríe, cansada. Voy al baño, enciendo el agua de la ducha para que no me oiga, y empiezo a llorar de nuevo.

Me despierto, desorientado. Estoy sólo en la cama. Asustado, me levanto y la busco. No la encuentro en ningún sitio de la casa. Finalmente, observo que la puerta del balcón está abierta. Fuera está lloviendo, y ella está agarrada a la barandilla, colgando hacia la calle, con las gotas resbalando por todo su cuerpo desnudo. Misteriosamente, la calle está vacía, sólo ella y yo somos testigos de la intensidad de la luz de la luna aquella noche.
—¿Qué haces?
—Me voy con mi diosa.
—Vuelve a la cama, por favor, vuelve conmigo.
—Se acabó.
—No, todavía no se ha acabado.
—Te quiero.
—Y yo a ti. Ven aquí, por favor.
—¿No es hermosa la luna?
—No más que tú.
—Mucho más que yo.
—No.
—Me voy.
—¡NO!
Y saltó.

Hoy hace un año desde que saltó. Sus alas estaban deterioradas y no pudo volar. Todavía no se si ese es el destino de todas las hadas, ni me importa. Cuando bajé a la calle y la abracé bajo la lluvia, mucha gente empezó a aparecer a nuestro alrededor, pero nadie vio la muerte de una criatura fantástica, si no la muerte de una chica que padecía una grave enfermedad. Es lo que le ocurre a la mayoría de la gente, que no pueden ver el lado épico de la vida.

Siguiendo sus deseos, busqué un cementerio con un grandísimo árbol milenario. Siempre que puedo vengo a verla. Yo no he vuelto a ser el mismo. He encontrado un nuevo trabajo, he vuelto a salir con mis amigos, y mi vida vuelve a la normalidad. Nunca más he vuelto a Épica. Prometo que algún día volveré y alcanzaré la luna para ella.
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Mensaje  Vanexa Lane Lun Dic 15, 2008 5:08 pm

¿Este relato lo has escrito a causa del insomnio? Porque si es así te lo vamos a tener que agradecer. Embarassed xD
¿Pero el hada era en realidad la chica del portal enferma, sólo que él no la veía así?

Por cierto, no le podias haber puesto mejor título. Razz
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Mensaje  victormo Lun Dic 15, 2008 5:16 pm

Muchas gracias por tu comentario Vane!!! Así sí que da gusto escribir, oye... cheers

¿Es la chica un hada de verdad? ¿Era la chica del portal? ¿Está él loco o realmente Épica existe? Interesantes preguntas cuyas respuestas debéis buscar vosotros... Very Happy Wink
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Mensaje  Eledhwen Mar Dic 16, 2008 1:42 am

No me hagas esto victormo.... tengo ganas de leerte porque me encanta l que escribes, pero tengo muuucho sueño Crying or Very sad No
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Mensaje  Eledhwen Jue Dic 18, 2008 12:22 pm

Ohhhh, me ha encantado victormo; sé que siempre te digo que es el relato que más me ha gustado, pero es que te superas en cada relato :bravo: :abr:

Y sí, tiene un montón de lecturas diferentes... A mi me parece que es Épica lo que no existe, y su hada era sólo su vecina... pero quién sabe??

Genial :pop:
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Mensaje  victormo Miér Dic 31, 2008 5:06 pm

CUENTO DE FIN DE AÑO

Observaba a la muchedumbre desde su posición. Como todos los años, la Puerta del Sol se llenaba de gente acompañada por sus amigos, familiares y seres queridos que querían disfrutar del comienzo del año con una fiesta por todo lo alto, sujetando pequeños paquetes de papel de plata con las doce uvas peladas y esperando a ser ingeridas. Siempre había sido una de sus tradiciones preferidas del año, cuando su familia se juntaba y miraban la televisión ilusionados, con la risa contenida por aquella persona que ha comenzado a tomarse las uvas en los cuartos, el que pide silencio porque no oye, el que se atraganta en la quinta uva y el que en la décima campanada se da cuenta de que le faltaban dos uvas para tener la docena. Es una tradición llena de caos y que nunca sale bien, pero a todo el mundo le gusta comenzar el año con la promesa de la buena suerte durante los siguientes trescientos sesenta y cinco días. Este era el primer año en que el observador había dejado su casa para ir a Madrid y vivir el principio de año en directo. Las uvas de la suerte no le habían dado demasiada suerte durante este año, y había decidido modificar ligeramente la tradición. Desde su posición podía ver a una chica alta, de pelo liso y moreno y una belleza prácticamente incomparable. Vio su cara de emoción mientras comenzaban a sonar los cuartos. Esperó unos segundos más, mientras no la perdía de vista ni medio segundo. Nadie se fijaba en él, pues todo el mundo estaba pendiente del reloj, y entonces llegó el momento.
Sonó la primera campanada. Apretó el gatillo de su arma. La primera de sus doce víctimas cayó al suelo.

Feliz año nuevo a todos!!!! Razz Razz Razz


Última edición por victormo el Miér Dic 31, 2008 5:34 pm, editado 1 vez
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